Guadalupe Nettel (Primera parte)Por Fernando Pittaro Guadalupe Nettel (1973) está cansada, pero su sonrisa lo disimula bastante bien. Hace algunas horas tocó tierra, y en tres días volverá a volar rumbo al DF de México. Tiene dos hijos que lleva a la guardería cada mañana. Al frente hay una cafetería, y ahí aprovecha para sentarse a escribir, ese ejercicio cotidiano que define como “necesidad psicológica”, y que nació cuando de niña cayó en sus manos
Fernando Pittaro
Rodrigo Fresán (Segunda parte)Por Fernando Pittaro Fresán tiene voz de robot. Una llama le brota de adentro y cuando escupe le salen palabras, ecos de su mundo literario, las mil y una leyes de Canciones Tristes, ese país inventado por el escritor. Su voz; nasal, grave, pastosa, entre engolada y preocupada por marcar eses, dirá que extraña demasiado a su amigo Roberto Bolaño, que le daría el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, que
Rodrigo Fresán (Primera parte)Por Fernando Pittaro En un hotel de Palermo, Rodrigo Fresán espera sentado. A veces se levanta para ver llover por la ventana. Le suena el teléfono. Es su hijo. Dice que lo extraña. Que no tiene con quien hablar de aliens ni de mitos griegos. Se le ensancha la cara cuando lo nombra. Le pasa lo contrario cuando la política mete la cola. Esquiva el tema, le pone incómodo, es una pérdida
Martín Caparrós (Segunda parte) Por Fernando Pittaro Martín Caparrós tiene un secreto bien guardado: se llama La Historia, un libro de mil páginas que tuvo una edición limitada y muy pocos se animaron a leer. Dice que es la única obra de la que se siente orgulloso. De su último libro, El Hambre, rescata las últimas cincuenta páginas donde intenta responder “cómo carajo se hace para modificarlo”. Lo que más lo marcó en su vida
Martín Caparrós (Primera parte) Por Fernando Pittaro Martín Caparrós llega apenas tarde, pero nadie lo nota. Él sí, y se disculpa. Viene de una entrevista en una radio. Siempre de negro, pide un café, que luego será motivo de confusión. No recuerda cuál fue el último libro que compró en una librería, ahora lee casi todo en su kindle y, muchas veces, el rol que cumplía la lectura lo ocupan las series. Escribe por las
Leila Guerriero (Segunda parte)Por Fernando Pittaro Se reconoce una persona privilegiada pero siente una enorme responsabilidad ya que eso que le apasiona, llamado periodismo, “tiene que ser honrado, cuidado y agradecido”. Advierte que la “cultura de la queja” de las nuevas generaciones atenta contra el sacrificio que requiere la profesión. Todo es una cuestión de método, dice, y confiesa que puede estar tres horas buscando la métrica de un párrafo, como si ese texto que
Leila Guerriero (Primera parte)Por Fernando Pittaro No podría trabajar en una redacción con la presión de un cierre diario. No escribe ni lee en los bares. Para concentrarse no hay mejor lugar que la calma de su departamento, allí donde pone en práctica dos palabras que tienen mala prensa: rutina y disciplina. Y asegura que nunca se cansará de contar historias, que siempre hay que estar desafiando la mirada y trabajando en contra de la
Por Fernando Pittaro Cuando éramos pequeños, una maestra nos decía que si no leíamos nos iba a crecer la nariz y se nos iba a llenar la cara de granos. Nunca nos dijo que si leíamos íbamos a ser más felices. O íbamos a poder cantar como un ruiseñor. O a pasar inadvertidos como un colibrí.
Por Fernando Pittaro Si Dios atiende en Buenos Aires, como efectivamente parece ocurrir, sería un imperativo casi ético por su parte que abriese una sucursal divina en Córdoba. Así podría descubrir, por ejemplo, a uno de los poetas más nobles, sensibles y olvidados que dio esa provincia. Salzano es muchas cosas. Y se lo recordará, al menos, por un puñado de ellas. Por ser inventor de los textos / barrados /. Por ser el hijo