La vida como pintora de María José “Majo” Arrigoni comenzó en 2009, cuando regresó a su Córdoba natal, después de vivir casi dos meses en la casa de Antonio Seguí, en París. Por ese lugar, al que llamaban la embajada de los artistas argentinos en Francia, también pasaron Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Pablo Neruda y Carlos Alonso, entre otros. Hubo un punto de inflexión después de ese viaje, según su amiga, Lola Barilari.
París
Fotógrafa, cineasta y artista plástica. Con todas sus facultades en éxtasis, miraba, sin aminorar ni un segundo la intensidad de la emoción. Había que sujetar la escena, las imágenes, para conjugar la observación sensible de la realidad con la expresión de su imaginario. Lo que quería Agnès Varda, Arlette como la nombraron sus padres, era mantenerse al nivel de lo inesperado y extraordinario de la cotidianidad. Ese fue su prodigio. Nació en Ixelles, Bruselas, el
Es una tarde de verano en Castelar. Eso que se ve entre el follaje verde de un árbol son los ojos azules del pequeño Christian que escuchan. El jardinero municipal lo ha subido a una rama y, mientras corta las copas de los árboles, conversa con el abuelo del niño. Christian atiende a la charla de los dos hombres, fascinado. “Como el Barón Rampante”, dirá muchos años después. Pero a diferencia de Cosimo, Christian Kupchik
Es negra. Es mujer. Es pobre. Y gorda. Muy gorda. Tanto que dentro de las costillas le cabe una voz inmensa que hace tambalearse a la mismísima furia. Y al deseo. Porque Willie Mae sufre cada día de su vida como una parturienta. Tiene dentro un demonio osado, que no la deja en paz, que necesita sacar a flote, que le reclama constantemente algo de combustible, que lo alimente para que crezca y llegue a