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La Big Mama de Noemí Sabugal

Es negra. Es mujer. Es pobre. Y gorda. Muy gorda. Tanto que dentro de las costillas le cabe una voz inmensa que hace tambalearse a la mismísima furia. Y al deseo. Porque Willie Mae sufre cada día de su vida como una parturienta. Tiene dentro un demonio osado, que no la deja en paz, que necesita sacar a flote, que le reclama constantemente algo de combustible, que lo alimente para que crezca y llegue a hacer sombra a todos aquellos que decidieron no creer en ella: ni en su cuerpo, ni en su piel, ni en su poder innato para hacer vibrar a la humanidad. A esos se enfrenta íntimamente y declara con firmeza: “Soy gorda. Y negra. Pero valgo más que todos vosotros, bastardos”. Y mientras se lo repite a sí misma y al mundo, bebe todo lo que puede. Lo hace para domar a la bestia, para callarla cuando el ánimo se le va al fondo de todas las cosas y en vez de convencerse de que es una diosa, siente que no vale más que una colilla escupida en la boca del metro. En esa esquizofrenia emocional se maneja y contra ella se rebela para avanzar y demostrarle a todos, y a ella misma a la vez, que su talento vale oro.Big Mama

Willie Mae “Big Mama” Thornton es el eje de la última obra de la periodista y escritora Noemí Sabugal que, tras dos novelas reconocidas con diversas distinciones –El asesinato de Sócrates y Al acecho-, se fuerza a sí misma ahora con un género híbrido que bebe de la biografía pero que sobrepasa para lograr, en realidad, comunicar una temática bastante compleja: el difícil equilibrio entre la frustración y el éxito que arde en el pecho de quienes se dedican a la creación artística. Podría haberle salido muy mal porque es todo un desafío resultar certero para quien no haya sentido en sus carnes esta desazón constante. Pero ella, como su Big Mama, demuestra oficio de sobra y lo consigue. Sabugal logra hilar el relato intimista de su personaje principal con un fondo histórico y geográfico muy característico que no hace sino exacerbar la esencia de lo que desea transmitir. Y es ahí donde entramos a formar parte como lectores del vaivén emocional de esa mujer que sale al escenario llevando a la espalda trabajos precarios en basurales, machismo impregnado hasta la náusea en su cotidianeidad y litros de sudor que la hacen poco atractiva para su propia concepción aprendida de la belleza. Pero igual sale hacia los focos, y lo da todo, y se llena y se vacía frente a los oídos y los ojos de europeos atónitos que nunca vieron nada igual: Sabugal ha hecho un lienzo del blues, o lo que es lo mismo, de la garra, de la necesidad de vencer, de la valentía mezclada con el arte y el desafío por la resistencia y la justicia.

El marco, claro, no podía ser mejor. Y la belleza de las descripciones que la autora alcanza en pasajes como los de las ciudades de París o Ginebra en los sesenta son espectaculares. Aquellos años en Europa significaban la reconstrucción de un continente arrasado por dos Guerras mundiales, un paisaje renovado que buscaba revitalizarse mientras que, en EEUU, el escenario se planteaba mucho más complejo, sobre todo si te tocaba ser negra y no tener ninguna gana de conformarte con que te pisotearan porque sí. 1965 es un año crucial para la comunidad afroamericana en su lucha por los derechos civiles. Es la época de auge y caída de fenómenos sociales como Martin Luther King y Malcom X y, al mismo tiempo, es el momento en el que esta mujer es llevada al viejo continente para que allá se conozca y descubra el valor del blues. Y con la promesa de grabar un disco en Londres: este hecho funciona como uno de los motores fundamentales de la acción que es, en realidad, la mecha que enciende el relato, la ilusión por conseguir el ansiado reconocimiento profesional. Que Sabugal haya elegido este año y este personaje implica una lección de inteligencia y una gran capacidad de estrategia narrativa. Big Mama entraña las características esenciales que no sólo demuestran la valentía de quienes a pesar de no tener nada se lanzan con el corazón en la mano hacia el éxito o el fracaso totales poniendo su propio cuerpo como escudo, sino también de quienes luchan como leones hambrientos por su felicidad en contextos históricos adversos.

 

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