sierraaustral

Sueños en la Sierra Austral

La capital de Buenos Aires es conocida como un epicentro de creatividad cuya agenda cultural resulta tan heterogénea como inabarcable. Pese a la inestabilidad económica y la precarización del trabajo artístico, gestores y creadores de todos los ámbitos se niegan a claudicar ante la necesidad de producir el bien preciado que representan un libro, una canción, una obra de teatro o una muestra de fotografía. Contra viento, marea e inflación, se hace. No desde la compulsión, sino desde el entendimiento y el compromiso que implica saberse parte de algo imprescindible en una sociedad acostumbrada al temblor de los vaivenes políticos y a sus desastrosas consecuencias. Cuando el Estado brilla por su ausencia se impone la fuerza de los individuos agrupados en torno al deseo. Algo muy fácil de decir pero difícil de asimilar. A tan solo unos meses del último cambio de gobierno, son tantas las carencias generadas durante el vaciamiento macrista que tomará su tiempo otorgarle prioridad a las políticas culturales, no obstante, lejos de sentarse a esperar soluciones, muchos continúan organizándose para dar lo que no tienen y avanzar hacia ese horizonte de desarrollo del que se consideran parte. Si algo se acentuó durante el gobierno del Pro fue la certeza de que los vínculos, el trabajo de los colectivos, resultan imprescindibles para la resistencia cultural y artística. Esta nota da cuenta de una de las iniciativas que se activaron durante el verano en la provincia de Buenos Aires en un intento de crear redes entre espacios culturales, gestores y artistas. Y lo hace alejándose de la capital porteña para constatar que al sur de la provincia, a varios cientos de kilómetros, el empeño y la lucha por mantener ambientes que propicien el intercambio, la producción y la exhibición de arte son también una constante.

Jornadas redes

Durante la segunda quincena de enero se celebraron las primeras Jornadas de Creación y Producción Escénica en la Sierra Austral, proyecto autogestivo que vio la luz sin subsidios ni ningún tipo de apoyo institucional gracias al trabajo de equipo de Espacio 33 (sala de teatro independiente de CABA), El Refugio Teatro (Pigüé), La Tranca (Cura Malal), Isidoro Espacio de Arte (Coronel Suárez) y el grupo de teatro Kanterix Tempestad de Tornquist. Durante dos semanas se realizaron talleres, charlas y funciones de teatro demostrando que, pese a las tentaciones que ofrece el verano, la programación cultural de calidad siempre es bienvenida por los residentes. Si no se produce, pareciera no existir demanda, pero alcanza con conceder el beneficio de la duda para encontrarse con gratas sorpresas.

Ese fue el caso para Isidoro Espacio de Arte, galería donde se realizan actividades relacionadas con el conocimiento, la producción y la exhibición de artes visuales y literarias de Coronel Suárez, que se animó a incorporar el teatro en su programación de enero y, no solo recibió la obra porteña Esas cosas que se dicen y son tan extrañas, sino que inauguró el ciclo Verano de Miércoles, con una muy buena recepción de público.

Lo mismo sucedió en El Refugio, sala de teatro con cuatro años de trayectoria en la zona, donde Mario Lois y Mónica Occhipinti han realizado un excelente trabajo de formación y fidelización de público. Su papel de anfitrión y productor fue clave para el desarrollo de estas jornadas. Proporcionaron residencia a los artistas invitados, así como espacios de trabajo, asesoramiento y acceso a los medios locales con los que mantienen una fluida relación. En su teatro se impartió el taller “El personaje del playback” durante tres días y los participantes realizaron dos funciones a sala llena. También programaron funciones del unipersonal Rhonda, de Jimena López con dirección de Diego Recagno; Duna rojo, dirigido por Mónica Occhipinti y Las mujeres del vino, de Mario Lois.

Las obras se presentaron también en los otros espacios involucrados en las jornadas y en el Teatro Municipal Rodolfo Funke de Tornquist, donde el grupo local Kanterix Tempestad presentó Una oportunidad, dirigida por Andrea Camus.

La Tranca, en Cura Maral, funciona en lo que antiguamente fuera “Lo de Leonardt”, un boliche tradicional donde se jugaba a las cartas, se tomaba vino y se lograba mercadería de primera necesidad. Desde 2009 Mercedes Resch gestiona ahí un proyecto artístico y cultural, abierto y participativo, para desarrollar actividades en el ámbito rural, generando todo tipo de experiencias que estimulan la sensibilidad creadora en un pueblo con un centenar de habitantes a los que recibe cada viernes. Hasta allá llegan artistas plásticos, escritores y músicos para presentar su obra o residir una temporada. Aunque tampoco habían programado artes escénicas con anterioridad, recibieron a las actrices Paula Díez Romero y Delfina Oyuela, que llegaron desde CABA y se establecieron como residentes para trabajar sobre sus unipersonales. Ambas compartieron parte de su proceso creativo con el público en un marco idílico que se prestó a la conversación entre largos mates. La Tranca albergó también el cierre de las actividades el 31 de enero con una programación especial que incluyó teatro, música, la instalación fotográfica MuestraIG de Christian Broto, artista de Coronel Suárez y una noche de pulpería tradicional.

Paula Díaz en La Tranca

La convivencia durante dos semanas también propició que el teatro abrazara otras disciplinas. En Pigüé la actriz Jimena López fue invitada por Gabino Giménez, entrenador de boxeo de la zona que acudió a ver su unipersonal sobre una peleadora, a conocer las instalaciones de su gimnasio y se pactó un próximo regreso para la realización de una función especial. Los actores alojados en El Refugio también tuvieron ocasión de conocer el Taller Maderos del maestro artesano Andrés González donde fueron instruidos en la noble talla de cucharas.

El simple recuento de actividades alcanza para intuir los valores de la apuesta colectiva. Estas jornadas inauguran el trazado de un potencial circuito entre espacios próximos que hasta ahora no habían trabajado juntos. El teatro se convierte una vez más en una herramienta transformadora capaz de modificar lo que la rutina disfraza de inamovible. Tanto el público como los participantes destacan el divertimento y el interés de una propuesta constructiva que acentúa el capital simbólico de sus objetivos: incorporar alumnos a la formación escénica, apostar por la creación de nuevos públicos, diversificar la oferta cultural, propiciar el diálogo entre creadores y dar pie a que otros se aproximen al fuego de ese deseo y reproduzcan algo parecido en su entorno inmediato, son conquistas mayúsculas para esta prueba piloto. Las sedes recibieron público de Santa María, Guaminí, Sierra de la Ventana, Epecuén… Mientras muchos porteños reconocen su incapacidad para cambiar de barrio o transitar el conurbano, en la provincia sacar el auto para acudir a una clase o evento en otra localidad resulta algo habitual.

Espacio 33, sala independiente de Boedo perteneciente al colectivo ESCENA, fue uno de los productores del proyecto y único representante de CABA. Durante el 2019 mantuvieron una constante colaboración con El Refugio y ese desarrollo desembocó en estas jornadas a las que fueron incorporándose otras iniciativas asentadas en localidades cercanas. Superada toda expectativa, las dudas que aparecen ahora están relacionadas con la continuidad de lo que, a todas luces, es un camino inaugurado con acierto.

La Tranca. Cura Malal

Las Jornadas de Creación y Producción Escénica en la Sierra Austral son uno de los infinitos ejemplos de iniciativa que solo la voluntad de creadores y gestores atentos al desarrollo de su comunidad hace posible. Si bien habrá quien juzgue negativo el poner cuerpo y capital propio para llevar a cabo proyectos de esta índole, lo cierto es que quienes invierten su entusiasmo en hacerlo posible son muy conscientes de la siembra que supone a largo plazo y de la necesidad vital a la que atienden. En un país donde la urgencia alimentaria volvió a ser cuestión de Estado, la cultura resulta imprescindible y todas las vías de desarrollo que se exploren para facilitar nuevos focos de producción son pocas. Nunca está de más recordar que frente a la efervescencia desmedida de CABA que acapara atención y recursos, la provincia de Buenos Aires sigue siendo un territorio ninguneado por la administración y, en consecuencia, por los circuitos de producción y distribución cultural. En nuestras manos, pero sobre todo en nuestras cabezas, descansa la posibilidad de que eso también comience a modificarse.

Leave a Reply