Si les dijera que una novela de x autor es original, de ciencia ficción, no convencional, experimental… ¿les diría algo? Posiblemente no. Entonces, opto por decir que el escritor norteamericano William S. Burroughs (1914-1997) muestra un universo oculto.
Leer las novelas de este autor es adentrarse en un mundo onírico. Atravesar sueños y pesadillas por momentos desconcertado, por momentos con los ojos abiertos ante la presencia de visiones. Donde todo es posible. La sensación de estar explorando algo profundo, como lector testigo de sentimientos, pensamientos e impulsos sin obstáculos ni impedimentos. ¿Expresa libertad? Magnetismo. Atrae.
Este año la editorial El cuenco de plata publicó Las tierras occidentales (1987), última parte de la Trilogía de la noche roja integrada por Las ciudades de la noche roja (1981) y El lugar de los caminos muertos (1983). A la novela recientemente publicada, la podemos considerar como una unidad dentro de la cual encontramos una secuencia de episodios que fluyen en una dirección. Ciertos personajes reaparecen a medida que avanzamos en la lectura. Como William Seward Hall, un viejo escritor al que le repugnan sus propias palabras, y Joe the dead, un forajido especialista en biología evolucionista dedicado a violar las leyes naturales. También aparecen Kim Carsons, Neferti, perros cruzadores del umbral, enormes ciempiés, cobras, mambas, un faraón llamado Gran Letrino VIII, entre otros. Todos ellos se encuentran de alguna manera en el peligroso camino de las Tierras occidentales, que da acceso, nada más ni nada menos, que a la inmortalidad. Este asunto, junto a la vida y la muerte, parecen ser el eje sobre el que ronda la novela con elementos como: las siete almas de la mitología egipcia, drogas de la longevidad, organizaciones con poder para influir en la vida y la muerte o la explosión atómica como exterminadora de almas.
Sin duda, Las tierras occidentales es una pieza, una muestra colosal del universo oculto que Burroughs nos pone ante nuestros ojos.
Qué decir del autor como escritor. Escuchemos al propio Burroughs. Sobre su proceso de escritura, afirmaba lo siguiente: “Soy un aparato para grabar…No pretendo imponer “relato”, “argumento”, “continuidad” … En la medida en que consigo imponer un registro directo de ciertas áreas del proceso psíquico, quizá desempeñe una función concreta…No pretendo entretener”.
Registro directo de ciertas áreas del proceso psíquico… ¿Estará relacionado con los sueños y pesadillas? Algo que orienta al lector es saber que no se encontrará con un argumento, una continuidad en las historias.
Además, en una entrevista realizada por Tamara Kamenszain en 1975 aclara:
“Creo haber hecho mucha experimentación en escritura. Creo que la forma de la novela tradicional con un argumento -principio, medio y final- es arbitraria, es un accidente. Ahora bien, esto es lo que aún se sigue considerando una novela. Y a todo lo que no sigue ese modelo se lo suele llamar experimental e ininteligible.”
Un aspecto a destacar es que utilizó la técnica de cut-up porque consideraba que “la literatura estaba atrasada cincuenta años en relación a las artes plásticas”. En su forma más simple, esta técnica (que no tiene nada de inconsciente) consiste en cortar una página escrita vertical y horizontalmente por la mitad, y después yuxtaponer las partes. Esta forma de escritura aparece principalmente en tres de sus novelas: La máquina blanda, Él ticket que explotó y Expreso Nova.
También hay que agregar que el autor consideraba a la palabra escrita como un virus. En La revolución electrónica afirma: “Mi teoría fundamental es que la palabra escrita fue literalmente un virus que hizo posible la palabra hablada. La palabra no ha sido reconocida como un virus porque alcanzó un estado de simbiosis con el huésped…”
Otra pregunta sería ¿cuál es el límite? A esto parece responder el autor en un artículo de Jesús Ferrero titulado Las últimas palabras de William S. Burroughs:
“Jugar con conciencia con los límites de la vida no es exactamente una conducta suicida. Yo he ido recorriendo el camino hasta esta esquina del mundo, estirando el tiempo a veces hasta lo imposible, estirando el espacio… Vivo en una dimensión cuántica sin dejar por eso de estar aquí y ahora.”
Si pensamos en narrativa o simplemente en páginas escritas por alguien, podemos pensar en personajes que realizan acciones en un tiempo y lugar determinado. En sus novelas, los personajes son adictos a las drogas, homosexuales, pistoleros, médicos (como el Dr. Benway), científicos, piratas, originarios, marginados, humanos y no humanos. A veces formando parte de guerrillas, bandos, misiones, poblaciones, sociedades, colonias. Y que realizan acciones en tiempos como 1848, 1920 o un futuro incierto; y en lugares como Estados Unidos, México, Colombia, Tánger o ciudades de un futuro incierto también.
Visiones similares a las de los sueños, la palabra escrita como un virus y un autor como máquina para grabar haciendo mucha experimentación en la escritura y jugando con conciencia con los límites de la vida, son algunas de las zonas iluminadas que configuran el universo oculto de Burroughs y que orientan al lector al atravesarlo.