*Una escritora almuerza con Enrique Vila-Matas y Eduardo Lago en París. Dominique González Foerster le advierte a Lago en un momento de la conversación que lo que ha leído de él le recuerda a la última obra de Nabokov, El original de Laura. “¿La conoces?”, le pregunta. “La verdad es que no”, confiesa él. Pero cuando regresa a Nueva York, la ciudad en la que reside desde hace casi treinta años, busca el libro. En
Enrique Vila-Matas
ILUSTRACIÓN: Kassel no invita a la lógica, de Enrique Vila-Matas. Por Patricia Gutiérrez. […] Nunca fui de los que fueran las que fueran las circunstancias, daba media vuelta si algo no le gustaba y apretaba a correr; siempre he sabido que sólo hay un único campo de batalla sin escapatoria. Digo esto porque, nada más entrar en el Dschingis Khan vi la rancia mesa redonda y no podía casi ni creerlo: al fondo del
Enrique Vila-Matas (Segunda parte) Por Violeta Serrano Enrique Vila-Matas no escribió siempre igual. Empezó en una máquina Underworld de la revista ‘Fotogramas’ y terminó en una computadora que llegó a su casa, por lo demás, contra su propia voluntad. Aquí nos cuenta cómo fue ese cambio, qué pasó cuando empezó a teorizar sobre su propia escritura, por qué se lo piensa dos veces cada vez que tiene que viajar a Buenos Aires y qué es