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Sklar y el poder del cine infantil


“El cine verdaderamente político es el que te puede hacer cambiar de idea. Por eso analizo cine infantil”, explica el escritor Juan Sklar desde su columna semanal en el programa Basta de Todo que transmite por radio Metro. Su segmento se llama Ideologías Animadas y así también se llama el libro que salió a la luz el pasado noviembre y contiene una recopilación de sus mejores análisis. Detrás de las historias de princesas y castillos, las películas que históricamente realizan empresas como Disney, Pixar o DreamWorks, abordan temáticas profundas como los conflictos generacionales, el instinto maternal, la apertura cultural, la diversidad sexual, el feminismo y la tensión entre lo individual y lo colectivo, entre muchos otros. El autor pone el foco en esa industria con la convicción de que “el cine infantil tiene la capacidad de afectar el modo en que los espectadores ven el mundo. Porque son niños, impresionables, porque están en una época en que su visión de mundo se está formando, porque las ven a repetición, porque cada lanzamiento incluye otros eventos artísticos, como muñecos, mochilas, canciones y porque todos sus amigos la ven. Es diferente el cine político tradicional donde yo voy a ver una película para grandes y, en general, confirmo mis ideas. Es difícil que vaya a cambiar mi manera de ver el mundo por ver Garaje Olimpo o La Noche de los Lápices. Para mí eso es masturbación ideológica. El cine de animación infantil es una ficción que no solo puede cambiar, sino que da forma a la manera en que los niños van a ver el mundo en el futuro”.

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Juan Sklar, joven escritor, guionista y docente de la ciudad de Buenos Aires, durante muchos años se dedicó al análisis de guiones. Así adquirió el músculo que hoy le permite decir en la radio frases como “La Sirenita es una película sobre la mujer deseante, Ariel quiere tener piernas para poder coger”. Se mete con todos, no ha dejado en paz ni a Bambi. ¡Mucho menos a Bambi! Al aire surgen reacciones, hay polémica, la gente llama, se excitan las redes sociales. Revisitar películas animadas con Juan Sklar implica, por ejemplo, descubrir que Mulán es una película queer sobre amor bisexual, que el Rey León es una película política de derecha, que en Wall – E hay gordofobia, que Cómo entrenar a tu Dragón es una película sobre discapacidad, que Shrek es un ensayo sobre la soledad y que Nemo es en realidad la historia de la iniciación mística de la paternidad de Merlí. Muchos oyentes se quejan porque Sklar les pincha el globo de su primera lectura, otros le mandan mensajes de amor, otros tantos cuentan que lloran de emoción mientras manejan, también están los que dicen, sin pelos en la lengua, que odian a Juan Sklar.

Ideologías Animadas será el cuarto libro de este escritor formado en filosofía y que viene del under artístico porteño surfeando una carrera literaria donde siempre prima cierta búsqueda espiritual: en el sexo, en la familia, en las drogas, en la exhibición, en las religiones y, en esta oportunidad, en el mundo de las producciones globales de animación.  “La crítica que se le hace al cine infantil de Disney es que es comercial, y en realidad ese es su gran fuerte filosófico. Como son comerciales no pueden dejar de resonar con el tiempo en el que viven. Tienen que conectar profunda y sensiblemente con millones de niños de culturas muy diferentes. Tiene que funcionar en China, en Argentina, en Rusia y en Nueva York. Entonces, lo que termina generando la necesidad comercial es una estética con pretensiones universales”.

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La infancia es una construcción social, histórica y política. No existe una sola infancia analizable y eso haría casi imposible que una sola película pudiera impactar en millones de niños de diferentes culturas y edades y que incluso trascienda décadas. El secreto, según Juan Sklar, es que “en la génesis todas estas películas van a una experiencia inherentemente humana más allá de las particularidades culturales de cada país. Hablo de la generación de una mitología universal. De repente hay millones y millones de niños de culturas muy disimiles flasehando con lo mismo, que tiene una ideología, que tiene una estética y eso es poderosísimo. La ultima revolución en ese sentido fue el cristianismo. El cine de animación infantil tiene una pretensión ecuménica. Y no sé qué otra cosa lo puede lograr a nivel mundial, el fútbol quizás.

Estas corporaciones que disparan mensajes a los niños del mundo lo hacen, generalmente, desde un lugar ideológico al que Juan Sklar define como cristianismo pagano. “Hay valores religiosos despojados de la simbología institucional, son valores como la preminencia por lo grupal, la importancia de lo divino, la piedad, la caridad, la generosidad, despojadas de simbologías de la iglesia e incluso atacándola. El Jorobado de Notre Dame, por ejemplo, es una película que rescata valores cristianos poniendo a autoridades de la iglesia como los malos de la película”. También se ve claro en la película UP!, que trata fundamentalmente sobre los valores cristianos, y fue escrita y dirigida por una persona profundamente cristiana, Peter Docter, el director creativo de Pixar, quien declaró públicamente que no piensa hacer películas explícitamente religiosas sino que busca expresar esos valores usando recursos artísticos. En este punto Sklar hace una aclaración contundente: “No podemos hablar de Disney como si fuera una persona. Es un conglomerado de empresas, un grupo de artistas que sigue una línea de modo orgánico, como si fuera un animal gigantesco. Hay una línea editorial Disney que surge espontáneamente de las personas que son seleccionadas para trabajar ahí más que de una conciencia maquiavélica”.

Ochenta y seis años atrás Disney estrenaba su primera película, Blancanieves y los siete enanitos. Ya son varias generaciones globales formadas por su mirada de mundo. Los análisis sobre estas producciones surgieron desde diversos enfoques siendo los estudios críticos, de la mano de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, los que más repercusión han tenido en ámbitos académicos. Ellos son socialistas, antimperialistas, y analizaron el discurso desde esa perspectiva. Yo vine un poco más desnudo a ver qué decían estas películas. Ahí me encuentro con que estoy bastante alineado con ciertos valores cristianos, despojados de la institucionalidad y la simbología cristiana. Yo no creo en Cristo, pero sí en el valor de la piedad como se trata en El Jorobado de Notre Dame”.

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Tanto la columna radial como el libro están dirigidos a un público de adultos con cierto ejercicio en el análisis cultural. “Ya hay muchas generaciones de padres formados para analizar cine, no hay un consumo ingenuo. De hecho, por eso tiene éxito la columna, uno podría preguntarse por qué un segmento de análisis de films es un éxito en una radio mainstream, y yo creo que es porque hay un público informado que se toma en serio el cine de animación y se da cuenta que hay muchos mensajes para analizar”.

Todos hemos sido criados con historias. Por siglos hemos inventado o repetido historias como método estructural de crianza. El poder de la narración como formador cultural tiene un potencial innegable y libros como Ideologías Animadas aportan herramientas de análisis al tiempo que sacan a pasear al lector por un tsunami de emociones porque, parafraseando a Juan Sklar en su análisis de la película Ratatouille, las experiencias más profundas de nuestras vidas son aquellas que nos trasladan a un estado de infancia.

 

 

*Ph Luna Kehr

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