- ¿Cuál es tu libro pendiente más vergonzoso?
¿Cuánto tiempo tienes? Cientos, miles. El primero que me salta a la cabeza es La divina comedia.
- ¿Cuál es tu T.O.C. en la vida cotidiana? ¿y tú T.O.C. como escritora?
Imagino que los TOC más bestias han de ser los que tienen que ver con el sueño. Yo, por ejemplo, no puedo dormir si no abrazo una almohada. Como escritora tengo un montón de manías pequeñas en relación a la visualización de la pantalla, al tamaño del documento, a la fuente de la letra, pero creo que tiene que ver con que, en general, no llevo bien los cambios.
- ¿Alguna vez robaste un libro? ¿Cuál, dónde y por qué?
Sí, le robé a mi abuelo las Obras Completas de Oscar Wilde en esa colección de Aguilar con esos libros soberbios, empastados en una especie de cuero, con hojas de biblia y el título en dorado. Un tesoro. Yo tendría unos once o doce años y en la escuela me habían hecho leer El gigante egoísta y me había encantado, así que decidí que ese autor me gustaba demasiado para que el libro no fuera mío. Me lo llevé y lo leí a escondidas. No sé si mi abuelo se enteró del robo, pero nunca me lo reclamó. Un par de años después él murió y ese libro ahora es mi posesión más preciada.
- ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer y por qué?
No termino un montón de libros. ¿El último? Toda pasión apagada de Vita Sackville-West. No me estaba enganchando y en eso salió Quemar las naves, los cuentos completos de Ángela Carter, así que lo dejé todo para leerlo.
Uno de belleza.
- ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?
No tengo idea. Mi mamá dice que mamá.
- ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿Y la más odiada?
Me gustan los nombres que les damos a las comidas. Ceviche, por ejemplo, es una palabra que me gusta muchísimo. No me gusta, por obvias razones, la palabra feminazi: representa todo lo que odio, sobre todo la infinita estupidez humana.
- ¿De qué título te hubiese gustado ser autora?
Del cuento Tres versiones de Judas de Borges.
- ¿Cuál es el libro que más has subrayado?
El año del pensamiento mágico de Joan Didion.
- ¿Recuerdas dónde y en qué época leíste ese libro?
Perfectamente. Fue durante mi año de duelo absoluto, perdí tanto que casi pierdo la razón y para no hacerlo busqué consuelo en cómo escribieron sus pérdidas varios escritores. Leí enfermizamente todo lo que pude sobre los muertos y los que los sobreviven, sobre la mortalidad de los que amamos, mucho más horrible que la propia. Hay una sección especial en mi biblioteca dedicada a esos libros. Uno de ellos es el de Joan Didion, El año del pensamiento mágico, sobre el año en el que perdió a su marido y a su hija.
- ¿Qué frase recuerdas haber subrayado y que haya quedado grabada en tu cabeza?
“El dolor por la pérdida nos resulta un lugar desconocido hasta que llegamos a él”.
Gracias a ti Ivan.