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¿Por qué los humanos no entendimos lo que estaba pasando?

“No hay nada más engañoso que un hecho obvio”

Conan Doyle, The Boscombe Valley Mistery

Durante los últimos días me he estado preguntando acerca de las dificultades que hemos tenido para comprender la naturaleza y las dimensiones de la crisis COVID-19, y la renuencia a adoptar medidas e implementar medidas. Esto parece una crisis no hecha a nuestra escala… Pensando en ello, decidí hacer una pregunta de examen para mis alumnos del curso de “Neurociencias y Humanidades”, un «case study » sobre el problema de cómo se confronta el pensamiento intuitivo con el conocimiento científico, el choque entre ciencia y creencia. La pregunta que planteé fue la siguiente:

“Analice la percepción de la crisis de COVID-19 desde la perspectiva de la confrontación entre ciencia y creencia. Encuentre a qué nos dirige la intuición y la experiencia personal, y por qué choca con algunos hechos y recomendaciones de los expertos y autoridades (piense en las reacciones iniciales a la crisis). ¿Por qué esta infección es tan «contraintuitiva»? ¿Por qué no es como la gripe? ¿Cuál es el problema? : ¿Es la letalidad del virus ?, ¿Es su transmisión? ¿Qué más necesita en la ecuación? ¿Por qué todas las recomendaciones son «aplanar la curva»? ¿Qué significa «aplanar la curva»?

Si contestaban con ideas originales, les daba un plus de hasta un 20%… merecía la pena pensar. Aquí discuto brevemente algunas de las posibles razones de esta dificultad para comprender la naturaleza de la crisis y ser así tan resistentes a adoptar las medidas que nos sugieren por incomprensibles. Dificultades que hemos tenido todos hasta hacernos una idea de lo que estaba pasando:

Primero, un virus es un ejemplo típico de cómo el conocimiento científico va «más allá de nuestros sentidos«. No podemos experimentar lo que es un virus como experimentamos una silla o el maullido de un gato. No tenemos un conocimiento intuitivo de lo que es un virus, al igual que no lo tenemos de un enlace químico o una onda de radio. Solo tenemos la idea intelectual de lo que son y la experiencia de sus consecuencias. La ciencia desarrolla herramientas que permiten explorar la realidad más allá de nuestras percepciones naturales, no tenemos una comprensión intuitiva de las realidades que trata. Nuestro límite son los sentidos, «cada especie animal vive en un mundo propio», dice Hannah Arendt (1981).

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En segundo lugar, es difícil no asociar Covid19 con nuestra propia experiencia de otras infecciones virales, como el resfrío o la gripe «no percibes los objetos como son, los percibes como eres tú» (Annais Nin, 1961). Inmediatamente lo pensamos en términos individuales, lo relacionamos con nuestro riesgo personal o la posibilidad de ser infectados. La primera reacción, por lo tanto, es pensar que las medidas de contención son un poco exageradas, ya que siempre se puede tener cuidado de evitar a las personas que parecen enfermas (y volveré sobre ese punto más adelante). Entendemos que tenemos una cierta probabilidad de contraer el virus, como lo hemos hecho o contraer la gripe o un resfriado. No es un problema radicalmente diferente y hemos estado viviendo con él durante años …

En tercer lugar, comenzamos a aprender acerca de la letalidad y a escuchar que es un poco más alta que la gripe, pero no tanto. Esto nos conduce en dos direcciones: si la letalidad es alta, entonces la reacción es como si fuera una plaga, y no hay nada que podamos hacer, solo tratar de protegernos. Pero rápidamente aprendemos que éste no es el caso, y lo más probable es que la letalidad sea mayor que la de la gripe, pero no tanto, alrededor del 3%, (ahora sabemos que probablemente sea mucho menor). Y sobrevivimos a la gripe. Aún más, al igual que con ella, la mortalidad afecta  principalmente a pacientes ancianos con dolencias crónicas. Entonces, OK… seamos un poco más cuidadosos, pero nada especial a menos que se esté dentro de la población de riesgo.

En cuarto lugar, escuchamos acerca de la infectividad de COVID-19, qué tan rápido se propaga… hmmm… nos estamos acercando. La dinámica de la propagación de un virus es muy compleja, depende de muchos factores y hay que conocer su biología para manejarla. En este caso, parece que es particularmente contagiosos y debido a que el virus es nuevo, no hay nadie con inmunidad contra él. Por lo tanto, es probable que todos contraigamos la infección. Sin embargo, la infección es asintomática, benigna, en aproximadamente el 80% de los casos(1). Altamente infeccioso, pero desarrolla problemas en «solo» el 20% de los infectados y el 5% son graves. No es un problema, ¡pillémoslo más pronto que tarde, y ya está!

Entonces, si el virus es como la gripe, no es terriblemente letal, se propaga pero causa una enfermedad en «solo» el 20% de los infectados … ¿cuál es el problema? ¿Por qué este enorme alboroto?

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Bueno, aquí está el problema, es un problema cuantitativo que requiere un poco de “mates”: si el 20% de las personas infectadas (pongamos que sea la mitad de la población) se enferman simultáneamente tendremos una gran cantidad de personas que requieren atención médica simultáneamente. «Solo» el 20% de la mitad de los españoles son unos ¡5 millones de españoles! ¡Por lo tanto, lo que falta aquí es la relación entre la cantidad de personas infectadas en un momento dado y la capacidad del Sistema de Salud para hacer frente a ello. No hay nada realmente «intrínseco» al virus sino su novedad y rápida capacidad de infección. Para hacerse una idea, España, con un sistema de salud bastante sólido, tiene alrededor de 4.500 camas de cuidados intensivos (UCI, Ministerio de Sanidad y Consumo, 2017). Suponiendo que la mitad de los españoles se infecten, tendríamos 1 millón de infectados con síntomas y “sólo” 125.000 (el 5%) necesitarían recursos UCI (¡casi 30 veces más que las que tenemos!).

Para comprender mejor el problema, necesitamos un poco más de «cálculo» y pensamiento formal que esté lejos de ser «espontáneo» o intuitivo (2). El gráfico representa el número de personas enfermas contra el tiempo. La infección sube y luego baja, siendo la superficie debajo de la curva el número de personas enfermas. La superficie de las áreas azul y amarilla son iguales, el número de personas enfermas no cambia. Sin embargo, la azul se desarrolla más rápido que la amarilla. ¿Cuál es el problema? Bueno, los recursos de salud no se estiran con el número de personas enfermas y la capacidad del Sistema de Salud, línea de puntos, es limitada. Por lo tanto, si la curva se desarrolla demasiado rápido, saturamos la capacidad del sistema y no se puede atender a una fracción de las personas enfermas. Este es el concepto de aplanar la curva, para ralentizar la propagación, no frenar el número total de personas infectadas, que sigue siendo el mismo … (3).

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Pero además, tenemos poca comprensión intuitiva de otro fenómeno matemático, el crecimiento exponencial (proporción geométrica). No hay manera intuitiva de pensar más allá de la linealidad y la proporcionalidad en la escala de nuestras propias vidas. La escala logarítmica del crecimiento es casi imposible de comprender. Ésta es la leyenda del trigo y el tablero de ajedrez que está en el origen del juego. La progresión geométrica da números enormes en una escala “loca”.

Todo lo anterior es pensamiento matemático que está lejos de nuestra experiencia personal intuitiva y diaria. No difiere mucho esto de lo que le ocurrió al  mismo Newton, quien llegó a conclusiones sobre la gravedad a través de las matemáticas, y algunos conceptos como la «atracción a distancia» simplemente «no tenían sentido», por lo que los guardó en un cajón durante una temporada.

Y aquí viene una última pero crucial característica «contraintuitiva» de la crisis: el concepto de portador asintomático. Por supuesto que todos tenemos mucho cuidado de no estornudar, darnos la mano o dar un beso cuando estamos enfermos. Pero, ¿y si somos asintomáticos? ¿Por qué no tomar estos días para visitar a la familia o dejar a los niños, que no contraen la enfermedad, con los abuelos? Para nosotros, estar asintomáticos es estar sanos, ¡no hay forma de que podamos «sentirnos enfermos» sin sentirnos enfermos! En realidad no sabemos si estamos enfermos o no. ¡Entonces, contra toda intuición, las medidas no son para proteger a las personas sanas de los enfermos, sino para proteger a la población de riesgo de los portadores «sanos»! Sobre esto insistía Javier Sanpedro en El País hace unos días.

En resumen, el hecho de que los síntomas aparecen solo en una fracción de los pacientes, que podemos ser portadores asintomáticos, que la letalidad no es particularmente grande, que el problema no es la infección en sí misma o la cantidad de personas infectadas, sino la tasa de infección, etc. todo esto funciona intuitivamente contra el tomarlo de manera diferente a como tomamos la gripe y asimilar las medidas de las autoridades públicas (4).

A algunos políticos les debe haber llevado mucho tiempo entender eso y creo que algunos de ellos, que todos tenemos en la cabeza, todavía están trabajando en ello. Pero lo importante es que para que las personas actuemos racionalmente debemos ir más allá de nuestra comprensión intuitiva del mundo. Las llamadas a las emociones y el civismo son importantes para cumplir las medidas, pero el conocimiento ayuda a interiorizarlas. Seguir las medidas depende de una buena educación, tanto en las buenas maneras, el civismo, como en una buena comprensión. Pero es injusto pretender que «la gente normal» entienda todas estas cosas a la primera, cuando a muchos científicos, no virólogos o epidemiólogos, que estamos acostumbrados a manejar datos y “realidades invisibles” nos ha costado ir viendo e ir auténticamente metabolizando. Quizás los científicos tenemos un papel aquí para ayudar a las personas a entender mejor. Al final, todos los países harán lo mismo, tratar de reducir la velocidad de propagación, aplanar la curva para evitar el colapso de los hospitales y los recursos de salud (5) pidiendo a las personas sanas que se queden en casa. Así que por favor, quédate en casa.

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(1) En general, nunca se infecta “toda” la población. Las epidemias masivas afectan hasta el 50 o 60% de la población total. Suele haber sesgos y en ciertos grupos de población es más alto y en otros más bajo.  Las estimaciones actuales son que el 80% de las personas con COVID-19 tienen una enfermedad leve que no requiere hospitalización.

https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30633-4/fulltext

(2) Es interesante traer aquí las decisiones muy criticadas de las autoridades británicas, porque también tienen que ver con el tratamiento «analítico» de la curva de infección, decisiones que fueron contaminadas por el histrionismo de Boris Johnson. Las autoridades del Reino Unido sabían que la ola les llegará con retraso con respecto a a Francia, Alemania y España, que a su vez van detrás de Italia (“the continent”). Se mostraron reacios a tomar medidas de confinamiento demasiado pronto, por varias razones. En primer lugar, estas medidas se vuelven ineficientes si se prolongan demasiado, por lo tanto, necesitan tomarse en el momento correcto, en segundo lugar, que las infecciones iniciales pueden inducir cierta inmunidad en la población (admitiendo que de esto se sabe poco) y, en tercer lugar, que si se aplana la curva demasiado, puede volver con un rebote cuando se libera el aislamiento. Como dije, además de la distancia que uno puede tomar de ciertos políticos, este enfoque no es para nada estúpido. Y a la hora de pensar en ello, tenemos que tener en cuenta que no hay “una solución” a la cual algunos se acogen y otros no. El problema es que no sabemos cual es la buena solución, lo sabremos quizá, y no es seguro, cuando todo pase.

(3) No podemos esperar que todos puedan «leer un gráfico» pero, por cierto, un aspecto interesante puede ser que el comportamiento de los diferentes países ante la crisis también puede exponer la cultura científica de diferentes sociedades … Una magnífica exposición para el gran publico de lo que sabemos del virus se puede seguir en el video de “Darwin te necesito” https://elpais.com/ciencia/2020-03-20/desmentimos-los-mitos-del-coronavirus.html

(4) En realidad, es muy similar a nuestra reacción a la vacuna contra la gripe. Dado que las personas saben que solo protege al 30% de la población, ¿por qué molestarse? Bueno, la respuesta es que la vacunación puede eliminar al 30% de los pacientes con gripe del Sistema de Salud cada invierno y así no saturarlo . Y esto lleva a otro interesante concepto contraintuitivo que es la probabilidad estadística. Cuando decimos que la vacuna protege al 30%, nuestra intuición sugiere: «Tendré un 30% menos de probabilidad de contraer la infección». Pero este no es el caso, cada uno puede permanecer con su propia probabilidad individual de contraerla, pero la población de personas infectadas se reducirá en un 30% (o, a veces, reducirá la gravedad de los síntomas en algunos de ellos). La estadística de la vacuna no puede predecir quién enfermará y quién no, predice que habrá un menor número de casos en la población.

(5) Aquí también hay otro aspecto interesante porque veremos la fortaleza de los sistemas públicos, como los sistemas europeos, y los privados como los Estados Unidos. La forma en que resuelvan el problema será una interesante «prueba de estrés», pero esto conduce a una discusión que va más allá de la salud y las neurociencias

Referencias

Arendt, H. (1981). The Life of the Mind: The Groundbreaking Investigation on How We Think, ed M. McCarthy. New York, NY: Harcourt Brace Jovanovich.

Ministerio de Sanidad  Estadística de Centros Sanitarios de Atención Especializada, https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/EstabSanitReginInternado/EST_CENT_SANIT_AT_ESP.htm

Nin, Anaïs (1961) “Seduction of the Minotaur”, quoted also by David Eagleman in “The brain: the story of you”

Weiss, P. And David R Murdoch, D.R. (2020)  Clinical course and mortality risk of severe COVID-19 www.thelancet.com Published online March 17, 2020 https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30633-4

 

 

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