adolfogarciaortega

La palabra «patria» me causa ardor de estómago

  • ¿Cuál es tu libro pendiente/postergado más vergonzoso?

Nunca he leído a Jane Austen, mea culpa, lo reconozco como carencia, aunque no me da vergüenza no haberlo hecho. En cambio, soy muy fan de las hermanas Brontë, las admiro y leo con devoción, cada una a su manera. Pero a Jane Austen siempre la he tenido pendiente. Quizá porque los títulos de sus libros no me atraían.

 

  • ¿Cuál es tu T.O.C. en la vida cotidiana? ¿y tú T.O.C. como escritor?

Tengo manías que rozan el asperger, pero son todas inocuas y privadas. Soy muy fetichista con los objetos, me gustan las cosas. Y no tengo trastornos de tipo obsesivo que sean preocupantes, que yo sepa, salvo una ligera propensión a la impulsividad, que más que obsesión, es defecto. Como escritor, mi obsesión es evitar repetirme.

 

  • ¿Alguna vez robaste un libro? ¿Cuál, dónde y por qué?

Jamás robé un libro en una librería y me parece una práctica detestable. En realidad, jamás he robado nada. Soy demasiado educado para eso. O demasiado temeroso, no sé. En cambio, sí he estado cerca de robar objetos, por ese fetichismo que decía antes: una vez, en un museo londinense, tuve a mi alcance el monóculo de Fritz Lang. Una mano amiga detuvo mi impulso y evitó que, si me pillaban, tuviera que pagar una multa, o algo peor, afrontar el bochorno del fracaso.

 

  • ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer y por qué?

No dejo nunca libros a medias. He leído y leo vorazmente, siempre busco sorprenderme y, pese a haber leído mucho, siempre hay un libro inesperado que lo consigue, a veces ya mediada su lectura. Pero, por poner uno diría que Fortunata y Jacinta. Lo cierto es que lo terminé, no sin esfuerzo. Lo he leído hace poco, en el confinamiento, y me ha parecido insoportable y anticuado. No soy devoto de Galdós y nunca lo he leído con entusiasmo.

 

  • ¿Qué premio no estarías orgulloso de recibir?

No aceptaría un premio que supusiera connivencia política o moral con quien lo diese. Salvo que necesitara la pasta.

 

  • ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?

Puedo garantizar que no me acuerdo y nadie me la dijo nunca, pero supongo que sería la que dicen todos los niños y niñas, una palabra de emergencia para llamar la atención de mi padre o de mi madre, si es que eran ellos los que estaban allí para oírla.

 

  • ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿Y la más odiada?

Mi favorita, en la vida, es “quizá”. Las posibilidades abiertas siempre permiten vivir algo inesperado. Y la que me causa ardor de estómago es “patria”, y sus sinónimos como “nación”, “identidad”, “raza”, términos que me inspiran recelo y nula confianza.

 

  • ¿De qué título te hubiese gustado ser autor?

De cualquiera de las cumbres de la literatura, aunque en realidad estoy bien como estoy, siendo el autor de mis libros, a los que miro con cariño como a hijos que acepto como son.

 

  • ¿Cuál es el libro que más has subrayado?

Hay muchísimos, porque subrayo siempre, pero citaré dos: uno es la Ética de Spinoza, quizá para tratar de entrar en el mecanismo más perfecto que hay como construcción con palabras. El otro es En busca del tiempo perdido, de Proust, una fraseología fascinante e inteligente.

 

  • ¿Recuerdas dónde y en qué época leíste ese libro?

Los abro con frecuencia, aunque suene a pedante, porque no son lecturas esporádicas. Pero no recuerdo dónde ni cuándo empecé a leerlos, calculo que debía de ser aún joven.

 

  • ¿Qué frase recuerdas haber subrayado y que haya quedado grabada en tu cabeza?

Uf, vuelvo a decir que hay muchísimas. Diré, en cambio, la última que he subrayado y que me dice mucho. Es de Kafka: “¿Hay algo más alegre que la fe en un dios doméstico?”. A los politeístas nos pone una sonrisa.

 

Fotografía del autor: Leo Pérez.

Leave a Reply