Durante los últimos años el mercado editorial ha mostrado una gran cantidad y variedad de autobiografías: desde novedades hasta reediciones o versiones actualizadas. El género autobiográfico parece haber ganado peso propio gracias a la fuerza de las historias y a la creatividad de la escritura para estimular las lecturas.
En esta categoría, merece una mención especial Karl Ove Knausgård quien en 2009 emprendió un ambicioso y arriesgado proyecto literario: su obra autobiográfica Mi lucha compuesta por seis extensas novelas. ¿Cuán importante o relevante debe ser una persona para que su vida quede volcada en una autobiografía? En los últimos tiempos las autobiografías reflejaron vidas de políticos, actores e incluso escritores aunque es en la música y el deporte desde donde han sobresalido publicaciones que se transformaron en referencias del género. Keith Richard y Miles Davis o Johan Cruyff y Diego Maradona sirven de ejemplos para reconocer las figuras que transformaron parte de sus vidas en libros y a éstos en best-sellers.
Pero son otros los libros que pueden destacarse por su originalidad en la propuesta como así también por los misterios que despiertan y las bellezas de los paisajes presentados. La autobiografía de Pete Townshend, Who I’Am (2012) aparece como una obra de referencia por su minuciosidad descriptiva. En ella, el guitarrista y líder de The Who apela a una escritura confidencial sin recurrir a simples anécdotas de color: todas las historias que tejen su existencia son en blanco y negro. Townshend comienza a narrar desde la Inglaterra de Churchill para pasar a su juventud en pleno flower power y culminar en una compleja madurez. Sin proponérselo, algunos pasajes diagraman una explicación de las causas que fundaron parte de sus obras: muertes, amores truncos, ausencias, adicciones. En los primeros capítulos el guitarrista hace alusión a los abusos a los que fue sometido durante su niñez mientras vivía con su abuela materna. En la inesperada confesión de una situación traumática parece desprenderse lo que a posteriori fue el argumento de la ópera rock “Tommy” de los Who, donde el protagonista es un niño sordo, ciego y mudo a causa de un episodio similar. A la confesión cargada de dolor la vuelve a emplear en diversos tramos del libro. De esta manera, Townshend se sacrifica en su escritura para arrojar luz hacia las oscuridades que lo acecharon. Sus palabras muestran otra cara de aquellas vidas que nos pueden parecer de antemano forjadas de felicidad, placeres y éxitos permanentes. Al guitarrista no le importó las repercusiones de lo contado: allí también se percibe la explosión y amplitud que lo caracterizaron como músico.
En Qué es un longplay (2015) del músico argentino Fernando Samalea parecen residir varios universos: Parque Chacabuco, Caballito, Saavedra, Retiro, España y Marruecos; Platense y River Plate; Andrés Calamaro y Charly García; Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato. Compatibilidades o discontinuidades aparte, la principal virtud de esta autobiografía reside en la armonía con la que Samalea refleja su vida. Presenta, cuenta y describe con una excelente narración las historias que formaron no solamente su vida sino también aquellas otras que dieron origen y causa a su destino. No sólo de música ha vivido Samalea sino que también pueden destacarse su mirada sensible y atenta al contexto social, político, económico y cultural de la Argentina a lo largo de cuatro décadas del siglo XX. La niñez en los ‘60 con una sociedad afectada por la inestabilidad política; la adolescencia en un país marcado por el terror de una sangrienta dictadura cívico-militar; el crecimiento en las giras mágicas y misteriosas de los ‘80 para llegar a la era de la madurez en los extraños ‘90. En sus más de 500 páginas está acentuada la vivencia extrema que se destaca gracias a su forma de contarla. En definitiva, quizás no sólo importa la vida en sí sino la cualidad que se emplea para narrarla. Atento a ello, Samalea ofreció un libro que tuvo su segunda parte: Mientras algunos duermen (2017). Centrado desde 1997 a 2010, por la vida del multinstrumentalista, y ante nuestros ojos, pasan Joaquín Sabina, María Gabriela Epumer, nuevamente Charly García, Gustavo Cerati y decenas de músicos y personas que enriquecen cada capítulo. Pero además de los personajes, la escritura releva paisajes tan excitantes como contrapuestos: autopistas transitadas y caminos mansos; hoteles 5 estrellas y plazas que ofician de morada; bares barriales y restaurants lujosos. Por la nobleza de su propuesta y la belleza de su composición, ambos libros de Fernando Samalea se transforman en una celebración de la vida.
Un abismo parece separar al rock del deporte de más alta exigencia. Sin embargo, muchas veces sus protagonistas parecen conformarse y reconstruirse por el mismo barro. Open (2015) de Andre Agassi se mantiene desde los últimos años entre las obras más vendidas del género autobiográfico. “Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión. Y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa”: con esa infalible frase de contratapa Agassi desarrolla desde el inicio de su libro una potente escritura. Con entusiasmo contagioso, la obra de Agassi muestra su vida interior desde otro lugar, más cercano a la persona y no al personaje, más cercana a las sombras y no a las luces. El tenis como práctica profesional narrado por Agassi es un deporte único no solamente por su belleza sino también por su complejidad y exigencia. Lo distintivo de esta vida son las contracaras del protagonista y hacedor en cuestión: del joven peleador con aspecto glam al maduro deportista calvo; del mujeriego despiadado al padre de familia; de la rivalidad histórica con Pete Sampras a los enfrentamientos con las nuevas generaciones encabezadas por Andy Roddick. En Open Andre Agassi no sólo nos hace partícipes de un mundo complejo como el del tenis sino que paralelamente nos muestra las zonas grises del micro mundo paralelo que acompaña a los deportistas de elite.
Claudio “Turco” García con su libro Este soy yo (2017) logró un inesperado alcance que ya cuenta con una pronta reedición. Futbolista identificado por su paso en Huracán, Racing y el seleccionado argentino, la publicación traspasó el ambiente del fútbol para llegar a un público ajeno incluso al deporte. ¿Qué nos mueve a elegir una historia de una persona para nosotros desconocida? ¿Es el afán de conocer, la curiosidad o simplemente el buscar una ficción con tintes biográficos? La historia de García tiene fases de extrema calidad descriptiva: hay momentos de una cercanía familiar que conviven con la extrañeza de lo bizarro. Al transcurrir las páginas y los años, la autobiografía parece transformarse lentamente en un manual de autoayuda para aquellos que descendieron al infierno de la cocaína. Las consecuencias de la adicción, la oscuridad infinita y la sucesión de malas decisiones construyen en Este soy yo un libro de una lectura ágil. Con total naturalidad y sencillez García revela lo que la droga da y lo que quita, el agujero negro de la necesidad que llena pero que lo vuelve más profundo para culminar en la dolorosa y constante lucha de la abstinencia. En el trasfondo de la historia hay un infierno atado al desamor del que parece salir con la bendición de la felicidad. En ese camino, el protagonista parece emplear su escritura como una herramienta noble que lo ayuda a sobrevivir.
Quienes escriben las autobiografías parece emprender un desafío y juego táctico con los lectores: narran lo que quieren hasta donde les parece, desmienten o ratifican historias popularmente conocidas, nos remontan a diversas épocas y lugares para transitarlos vertiginosamente. Pero fundamentalmente son redenciones y celebraciones de un vivir sin ánimo de culpas ni arrepentimientos. Por feliz o sinuoso que sea el camino será la escritura la que ponga el punto final de la historia.