Alan Pauls (Primera Parte)Por Dolores Caviglia Alan Pauls no desperdicia espacios. Cada vez que habla, que dice, que responde, espera. No quiere decir porque sí. Y por eso, una por una sus frases podrían ser estiradas, profundizadas hasta convertidas en una clase magistral del tema, de cualquiera de los temas. Dice tener unos 15.000 libros: la mitad está guardado en cajas, las paredes no le dan a basto para poner bibliotecas. De sus veranos en
Dolores Caviglia
Por Dolores Caviglia Incorrecto. Crudo. Sexual. Actual. Ateo. Rebelde. Valiente. Romántico. Suicida. Vanguardista. Generoso. Sabio. Inconformista. Político. Popular. Los versos avanzan, las líneas se acumulan y en la cabeza se disparan con impulso explosivo todas estas palabras que parecen inconexas pero que encuentran una lógica indescriptible y potente cuando se resumen en el nombre del autor que las hizo libro: Vicente Federico Luy. Es que su poesía no se deja domar. Nació el 3 de
Sobre Desafiar al cuerpo de Federico Bianchini.Por Dolores Caviglia Fotografía: Ana Cendoya Son las tres de la mañana y el hombre está acostado en la cama pero no puede dormir. Piensa que en breve va a tener que levantarse y volver a entrenar, a comer lo necesario, a sentir la adrenalina en cada átomo. Debe estar descansado pero no puede descansar. La cabeza no para. Es cualquier momento del día. Otro hombre analiza lo que
Por Dolores Caviglia Leónidas Lamborghini no tenía quién lo leyese. A los 28 años, después de desafiar a un padre que lo quería como sucesor en la fábrica textil y familiar, de abandonar la carrera de Agronomía, de aprender a escribir gracias a las obras de James Joyce, T. S. Eliot, Lewis Carroll, Dante Alighieri, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Garcilaso de la Vega, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, José Hernández y Enrique Santos Discépolo, publicó
Por Dolores Caviglia En el sur del conurbano bonaerense, donde nació y vivió, no es fácil encontrar libros de Néstor Perlongher. Un poco porque poesía no es exactamente lo que más se lee y otro porque sus obras jamás se convirtieron en best-sellers ni se comentaron de boca en boca como la novela de la tarde. La primera vez que yo escuché su nombre fue en una charla en un pasillo de la facultad de
Por Dolores Caviglia Vivir y escribir. Escribir como se vive. Vivir según las reglas de una escritura. Así decidió Andrés que iba a pasar sus días. Con descaro, sin tabúes, con rebeldía, sin convenciones, con tormento y el desparpajo de quien es hombre y usa el pelo largo. Es por eso que se suicidó, porque dijo en una de sus obras que vivir más de 25 años era una insensatez, una vergüenza. “Come todo lo
Por Dolores Caviglia Quizá lo que pasó fue que su plan se cumplió a la perfección. Quizá todos sus intentos por alimentar la leyenda de un escritor prolífico que perdió gran parte de todo lo que escribió en distintas mudanzas, más de veintisiete, y en diferentes pensiones dieron resultado. Quizá su insistencia en quedar por fuera del canon, aislado del grupo de los amigos borgeanos, fue exitosa. Tal vez es por esto que cuando