«Aquel mes de octubre de 1963, en Ruan, estuve esperando durante más de una semana a que me viniera la regla.» Así comienza Annie Ernaux la narración de ‘El acontecimiento’ (Tusquets, 2000), una de sus novelas autorreferenciales que retrata el aborto clandestino.
El relato —contado en primera persona—, pone sobre el tapete la importancia de defender a ultranza la Ley 27.610 (IVE/ILE) que regula en nuestro país el acceso a la interrupción voluntaria y legal del embarazo.
Si bien no sabemos qué vino primero, si la necesidad de poner en palabras su cruda experiencia o su compromiso con un colectivo feminista de lucha, lo cierto es que cuenta al mundo las vilezas por las que pasa una mujer cuando decide no ser madre. Su relato se hace eco de las miles de voces calladas que atravesaron situaciones similares.
El premio vino luego de que la película “El acontecimiento” (2021) basada en el libro homónimo —y con la dirección de Audrey Diwan—, fuera reconocida con el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
Desde la propia experiencia
Annie Ernaux nace en Lillebonne, Francia, en 1940. Crece en el pequeño pueblo de Yvevot, donde sus padres tenían una tienda restaurante. Pero ella no quiere repetir la chatura intelectual y social de sus progenitores y se marcha a Ruan, capital de la Normandía francesa, a estudiar filología.
Es esa residencia universitaria testigo de su infortunio. A partir del momento en que recibe la confirmación del embarazo, su cotidianidad de estudiante meritoria se suspende. Abrumada por el peso de la noticia comienza a deambular —en estado casi lisérgico—, por las calles francesas con un solo objetivo: encontrar a quien pusiera fin a su estado.
Sin permitir que la lectura se vuelva compasiva, revela con un lenguaje sin artilugios la soledad afectiva, el maltrato e indiferencia del médico tratante, la incomprensión generalizada de sus pares, el desasosiego que la embarga como para introducirse una aguja de tejer dentro de su sexo, y esa terrible “nada” después de tanto dolor.
Hasta que, en la oscuridad de la noche, una mano le alcanza la dirección que la conecta con la socorrista clandestina que entiende de “esas urgencias femeninas”. Desde ese momento, solo le resta esperar; esperar que el método funcione sin morir en el intento o terminar en la cárcel.
El camino hacia la Ley
La autora no esconde su feminismo ni su denuncia. Como ella misma dice: “esto me sucedió tres o cuatro años antes de que el aborto se legalizara en Francia y qué mierda que me tocara vivirlo”. Su planteo por supuesto entra en la arena de lo político y busca un estado de concientización permanente de la necesidad de la ley del aborto.
Porque si bien se venía gestando un movimiento feminista desde los albores del siglo XX, es a partir de la irrupción del libro “El Segundo Sexo” —publicado en 1949 por Simone de Beauvoir—, que la condición femenina en el imaginario social queda expuesta y con ella la necesidad de ampliar sus derechos. Es también esta icónica figura intelectual quien en 1971 forma parte del grupo de 343 mujeres que reclaman el derecho a la interrupción del embarazo.
La despenalización y descriminalización del aborto recién sucede cuatro años más tarde, debido a la gestión de Simone Veil, ministra de Salud del conservador Valéry Giscard d’Estaing. La ley, considerada en Francia como un hito significativo —de igual manera que la Ley Neuwirth (1967), que autorizaba el uso de la píldora anticonceptiva—, sería conocida como «la loi Veil» en virtud de su referente.
‘El acontecimiento’ es el retrato del tiempo trágico que le tocó vivir a la escritora. También del tiempo que le tocó vivir a miles de argentinas hasta el 2020. La moneda lanzada al aire cada vez que la mujer quería decidir sobre ser madre o no, caía siempre en la misma cara: la opresión del colectivo femenino y sus consecuencias.
Llegar a erradicar la violencia de género no es tarea fácil. Pero dimos un gran paso fundacional aquel 30 de diciembre, cuando una pueblada verde sitió la Plaza del Congreso para que los legisladores de nuestro país no pudieran dar marcha atrás con la sanción de la ley. Pero, además, hizo falta la visibilización de los medios de comunicación masiva para que el debate se siguiera como si en ello se nos fuera el aliento.
Es que es eso, ni más ni menos. La Ley IVE/ILE que garantiza la interrupción voluntaria, legal y gratuita del embarazo nos permitió tener derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y no morir en el intento. Atrás quedan las especulaciones y las objeciones de conciencia, los pañuelos celestes y sus representantes.
A más de dos años de su implementación, las investigaciones llevadas adelante por el Proyecto Mirar arrojaron un notable descenso —casi del 49%— en la fecundidad de adolescentes en el rango etario de 10 a 19 años. Esto fue posible porque la vigencia de la ley implica también un mayor acceso a métodos anticonceptivos, a la multiplicidad de servicios de salud disponibles, y a una ESI —Educación Sexual Integral— enfocada en informar una sexualidad responsable.
Sin embargo, y debido al poco tiempo transcurrido desde su legalización, el aborto continúa siendo un tema actual de interés público. Todavía hay opacidades en cuanto a su total efectivización en el interior de ciertas provincias; y existe un llamado de alerta ante las declaraciones públicas de candidatos presidenciales contando sus planes para derogar la Ley IVE/ILE.
‘El acontecimiento’ retrata una época de oscurantismo para la mujer. No volvamos a ella.