So, buddy, tell us what’s so fuckin’ funny?
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!
Reír llorando – Juan de Dios Peza
Y los dados sueltos de tu risa seca,
con los cascabeles disuenan rivales.
Tu risa amenaza como los puñales,
como un moribundo se tuerce tu mueca.
Al jorobado – Leopoldo Lugones
No se confundan. Esto no va de hablar sobre David Garrik, el famoso actor y dramaturgo británico al que Juan de Dios Peza le dedicó el poema Reír llorando. No, no va por ahí. Tampoco va de hablar sobre un payaso que, feliz mientras se esconde tras su máscara, entristece lúgubremente al quitársela. No, tampoco va por ahí.
Esto va de elucubrar ideas, sonidos, música alrededor de un personaje que, si bien nace en la cuna del cómic estadounidense en 1940, en el 2019 tocó tierra como pocos lo hacen. Sí, hablo de Arthur Fleck, protagonista de una de los largometrajes más vistos del año en curso: Guasón o Joker.
Si bien el acercamiento a este personaje, o a su universo, se ha llevado a cabo en otras películas, es la primera vez que el mismo coquetea con lo más crudo del mundo que nos rodea y en el que habitamos, muy a nuestro pesar, a veces; pero también aborda lo más profundo de la condición humana y eso engancha… y mucho.
Ganadora del León de Oro, por mejor película, y Soundtrack Stars Award, por mejor banda sonora, en la 76° edición del Festival de Cine de Venecia, así como nominada a los mismos galardones por los Golden Globes Awards, Guasón se interna en el viaje psicológico de un individuo con una condición médica que, entre otros factores mucho más profundos, lo mantiene obligado a reír, de manera involuntaria, en momentos de estrés o tensión. Es la narración de la caída (¿o despertar?), en picada, no solo del personaje, sino de una Gotham City que bien podría ser una ciudad cualquiera, en la actualidad.
Y esa era, justamente, la idea en la que convergieron Todd Phillips (director), Scott Silver (guionista) y Joaquín Phoenix (protagonista): que esta fuese una historia alterna a las que suelen llevarse a la pantalla grande sobre super héroes y villanos; que conectase con la audiencia por su carácter humanista, más que político; que presentase un protagonista, una trama y fotografía bien trabajadas, tomando como referencia algunos largometrajes de la década de los setenta y ochenta como One Flew Over the Cuckoo’s Nest (1975), Dog Day Afternoon (1975), Taxi Driver (1976), Network (1976), The King Of Comedy (1982), entre otros.
Dentro de ese proceso de construcción de verosimilitud y conexión con el mundo real, la música jugó un papel preponderante. Según el propio Todd Phillips, en una entrevista realizada por Vanity Fair, “Arthur tiene música en él, […] música en su alma y eso continúa cuando se va convirtiendo en Joker.” La película no solo muestra ese viaje interior del personaje y ese camino al caos del entorno que le rodea, sino que lo hace apelando a todas las aristas posibles, entre ellas, la música.
La música incidental de este largometraje fue encomendada a la compositora y cellista islandesa Hildur Guðnadóttir, quien alcanzó notable reconocimiento al colaborar como cellista en películas como The Revenant (2015) de Alejandro González Iñárritu y Sicario (2015) de Denis Villeneuve; y como compositora, en colaboración con el también islandés Jóhann Jóhannsson, de Mary Magdalene (2018). En este mismo año ingresó al universo de Guasón y compuso su score, la gran mayoría, antes de que comenzará el rodaje de la misma, teniendo como referencia el guión, cosa que no es tan común en el ámbito cinematográfico. Cabe destacar que Guðnadóttir también es la compositora de la música incidental de la aclamada miniserie Chernobyl, estrenada en mayo de 2019.
“Bassed on feelings”
La idea de contratar a Guðnadóttir vino del editor musical Jason Luther, quien conocía la música de esta compositora por sus álbumes y tenía el presentimiento de que sería la pieza que faltaba en este engranaje. No se equivocaba. La cellista comentó a All Access que pocas veces en su carrera había sentido la libertad y el espacio para componer de esa manera y que en el proceso sobraron las palabras y predominaron los sentimientos. Extrañamente, sin mayores indicaciones del director, la música incidental cuadró perfectamente con la idea que Phillips tenía en mente.
Para Felipe y Manuel Gértrudix Barrio, “la música es un elemento consustancial al relato cinematográfico. Aunque el componente sonoro se genere de forma paralela, en su proceso técnico, estratégica y estructuralmente forma parte de la esencia discursiva de la narración. No es un medio añadido con el que completar un mensaje, sino que se constituye como un componente reificador de extraordinaria potencia expresiva que se vale de la ambigüedad y la sugerencia sonora para proyectar la inmersión en el relato.” En el caso de Guasón, la música cumple su cometido, de manera sublime.
Con una predominancia del cello en, prácticamente, toda la música incidental de la película, Guðnadóttir logra transmitir, con una voz grave, introspectiva, profunda y nostálgica, los conflictos de Arthur Fleck, y su doloroso y retorcido proceso hasta convertirse en Guasón. Además, cabe apuntar que, al contar con la mayor parte del score mientras se llevaba a cabo el rodaje, muchas de las escenas se filmaron con la influencia directa de estos sonidos y la fuerza de sus evocaciones. Según el propio Phillips, “quería que la música afectara e infectara el set, de tal manera que los camarógrafos, vestuaristas, etc. la sintieran.” Así, momentos como Arthur Fleck frente al espejo, al inicio de la película, o el mismo personaje convirtiéndose en Guasón, cuando baila en aquel baño, se cristalizaron en escenas para la posteridad, por la indisoluble y atinada sincronía entre imagen y música. Sobre este particular, la compositora diría: “fue completamente irreal ver la encarnación física de esa música. Sus gestos con las manos eran los mismos tipos de movimientos que sentía cuando escribía la música. Fue uno de los momentos de colaboración más fuertes que he experimentado.”
El tono lúgubre del score y su carácter de réquiem continuo, así como sus instantes desesperantes, en los que cello y percusión simulan el paso del tiempo, el tic-tac que deja entrever la locura, hacen del largometraje y su música incidental de Guasón una obra maestra. La compositora, sobre el proceso creativo diría: “mi violonchelo lidera, pero está acompañado por una orquesta de 100 elementos. En cada secuencia. Quería que Arthur siempre tuviera esta energía detrás de sí. Representa el pasado que aún no conoce, pero que, de alguna manera, está condicionando su vida. Al principio, la orquesta está en el fondo, pero a medida que las verdades se revelan ante sus ojos, da un salto decisivo hacia delante. Fleck se vuelve cada vez más agresivo y la banda sonora más imponente.” No en vano Hildur Guðnadóttir se ha convertiría con su nominación a Mejor Música Original en los Golden Globe Awards 2020 en la segunda mujer en recibir este galardón, luego de Lisa Gerrard, por su trabajo en Gladiator (2001).
Si bien Guasón presenta una estructura musical envidiable que mantiene al espectador conectado con el protagonista y su mundo interior, no es menos cierto que la banda sonora hace un excelente trabajo al apoyar la concatenación de recuerdos, así como la contextualización de Arthur Fleck con su entorno. Aunque no se expresa explícitamente el año en el que se desarrolla la película, se sabe, por un dato al final de la misma que es 1981 (casualmente el Año Internacional de las Personas con Discapacidad, según la Organización de las Naciones Unidas). ¿El dato? La cartelera del cine que aparece un poco antes de que asesinen a los padres de Bruce Wayne, en la que se lee: Blow Out, Zorro: The Gay Blade y Excalibur, todas películas de 1981.
La selección de canciones acompaña a la audiencia en el vertiginoso viaje de Arthur Fleck y también permite empatizar con el protagonista, a través de melodías o letras de los diferentes temas. Sin duda, entre las más de veinte canciones que conforman la banda sonora, dos destacan por su propia fuerza y por el momento en el que aparecen en la película: That’s Life y Rock And Roll Part 2.
“You know what’s funny? You know what really makes me laugh? I used to thing that my life was a tragedy, but now I realize is a fuckin’ comedy.”
That’s Life es una canción compuesta por Dean Kay y Kelly Gordon e interpretada por primera vez por Marion Montgomery en 1963, aunque alcanzó su fama en 1966 al ser interpretada por Frank Sinatra. Este tema aparece en la película cuando Arthur se prepara para salir en el Show de Murray, cuando se encuentra esposado en el hospital y en la escena final.
Más allá de la letra de la canción, que justamente habla sobre los altibajos de la vida, resulta interesante la elección de este tema pues Frank Sinatra es asociado, muchas veces, con la ciudad de Nueva York, por su interpretación del éxito New York, New York. Si bien, la película sucede en Gotham City, Todd Phillips quería retratar una realidad verosímil y al incluir esta canción, en repetidas ocasiones, en el largometraje permite, sutilmente, hacer una analogía entre la ciudad del cómic y la ciudad de la Gran Manzana.
«For my whole life, I didn’t know if I even really existed. But I do and people are starting to notice.»
Por su parte, Rock And Roll Part 2 (1972) de Garry Glitter debe ser la canción más controversial de Guasón, por la historia que está detrás del compositor de la misma. Glitter fue perseguido por la policía desde la década de los noventa y admitió, en 1999, poseer pornografía infantil. Entre entradas y salidas de prisión, en el año 2015, fue declarado culpable y condenado a 16 años de prisión por un cargo de intento de violación a una menor de edad. Lo cierto es que, gracias a la aparición de esta canción en la película, Gary Glitter recibirá regalías correspondientes a derechos de autor y publicación.
Más allá de la opinión sobre si está bien o mal haber incluido esta canción en la banda sonora del largometraje, resalta su utilización en un momento crucial del mismo, cuando Arthur Fleck se convierte totalmente en Guasón. Definitivamente, el clímax del viaje oscuro del protagonista queda perfectamente inmortalizado con su actuación y baile al ritmo del pegajoso tema de Glitter.
Bonustrack
Si bien esta no es una canción que aparezca en la película, en repetidas entrevistas Joaquin Phoenix la ha nombrado para explicar de dónde surgió la inspiración del, ahora, icónico baile de la película Guasón. El tema es The Old Soft Shoe (1957) de Ray Bolger.
Ya lo diría T. E. Eliot, en Cuatro cuartetos: “tú eres la música mientras la música dura”, y no cabe duda que en Guasón esta no solo acompaña al protagonista, sino que lo compone, lo habita y, de cierto modo, también se convierte en el canal por el cual se comunican sus emociones, así como el hilo mediante el cual se va tejiendo su locura.