Dicen que en su tarjeta personal se hacía llamar “emperador secreto del mundo”. Que gritaba “soy nazi” y después “soy comunista” y que solía cruzar la calle con los ojos cerrados, llevando su vida al límite. Dicen que estaba loco. Algunos pocos, como Alberto Laiseca y Enrique Fogwill dirían que fue simplemente un genio. Un escritor genio cuyos dos únicos libros publicados hoy ya son imposibles de conseguir. Su nombre fue Marcelo Fox. El último
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