El fenómeno de los unipersonales en el teatro independiente porteño ha sabido instalarse durante los últimos años trascendiendo su factura de pequeño formato condicionado quizá por un contexto de escasos recursos económicos, para convertirse en un ámbito de investigación donde los creadores se desafían en la búsqueda de una voz propia mientras responden a la necesidad de apostar por la autogestión como fuente de trabajo. Son muchos los intérpretes que abordan este formato para generar
Barcelona
Es una tarde de verano en Castelar. Eso que se ve entre el follaje verde de un árbol son los ojos azules del pequeño Christian que escuchan. El jardinero municipal lo ha subido a una rama y, mientras corta las copas de los árboles, conversa con el abuelo del niño. Christian atiende a la charla de los dos hombres, fascinado. “Como el Barón Rampante”, dirá muchos años después. Pero a diferencia de Cosimo, Christian Kupchik
Dice que se juega mucho cada vez. Nada menos que su propia felicidad. Y la de su hija, Lola, que se llama así por Lola Flores, la artista flamenca más popular de todos los tiempos. Ella quería que la cadena funcionase: que Lola tuviera una madre feliz, así que ella lo intenta con ímpetu desde siempre; jugárselo todo cada vez que ejerce su arte. A pesar de que es difícil, muy difícil. La mayoría de
*Una escritora almuerza con Enrique Vila-Matas y Eduardo Lago en París. Dominique González Foerster le advierte a Lago en un momento de la conversación que lo que ha leído de él le recuerda a la última obra de Nabokov, El original de Laura. “¿La conoces?”, le pregunta. “La verdad es que no”, confiesa él. Pero cuando regresa a Nueva York, la ciudad en la que reside desde hace casi treinta años, busca el libro. En