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Rosario Bléfari hace imposible lo real en su ‘Diario de la dispersión’

En Julio de 2023 la editorial Mansalva editó Diario de la dispersión. El último y completamente póstumo libro de Rosario Bléfari, cantante, compositora, escritora y actriz, referente de una generación que vio en su obra y en ella misma, una manera de hacer y sobrevivir, independiente y con formas propias. 

Corría el mes de marzo del año 2020 cuando irrumpió el Covid 19 en Buenos Aires. Rosario Bléfari estaba en Santa Rosa, La Pampa, en la casa de su padre. Había ido a pasar año nuevo y decidió quedarse un tiempo más. Estaba enferma y necesitaba refugiarse de la gran ciudad. También quería acompañar a su papá, un hombre viudo de casi 90 años. Pensaba viajar a Buenos Aires, ir y venir, según la salud se lo permitiera, pero la pandemia cambió los planes y ya no pudo salir de Santa Rosa. Pasó ahí los últimos meses de su vida, separada por las restricciones de la cuarentena de Fabio Suarez, su compañero, y de la hija de ambos, Nina. 

diarioSu inagotable manantial creativo se volcó entonces hacia tareas más sedentarias. Tejió, miró viejas películas con su papá, cocinó humita en chala por primera vez, desplegó papeles para hacer collages, comenzó un proyecto de escritura de piezas de guitarra para principiantes, clasificó y ordenó textos, proyectó hacer un disco por el centenario del nacimiento de Olga Orozco, y escribió. Desde noviembre de 2019 y hasta dos semanas antes de morir, publicó en forma de entregas mensuales en la revista digital La Agenda, un diario en el que reflexionaba sobre su manera de hacer en general y en aquel tiempo, en particular.

En julio de 2023, a tres años de su partida, la editorial Mansalva publica Diario de la dispersión, un libro que acopia aquellas entregas y suma material inédito recopilado por Fabio Suarez. Rosario conduce a los lectores con la determinación de quien porta un legado. «Este será el diario de la dispersión. Quiero ver cómo hago lo que hago y si en realidad hago algo”,  dice la mujer que en 54 años sacó más de una docena de discos con distintas formaciones, participó en más de veinte películas entre ficción y documental, editó libros de cuentos, de poesía y escribió obras de teatro mientras también daba talleres de canciones y criaba a su hija. 

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Viernes 25 de agosto de 2023

Estoy de visita en Buenos Aires. En una de las caminatas por Medrano hacia el subte, veo en una vidriera, el Diario de la dispersión. El primer libro completamente póstumo de Rosario. Dos semanas después de su muerte el 6 de julio de 2020, desembarcó en las librerías Diario del dinero, también editado por Mansalva. Rosario no llegó a tener el libro en sus manos, pero sí pudo a ver las pruebas de tapa y galeras del libro en el que mostró las tensiones entre el dinero y la subsistencia de una artista independiente y autogestiva. 

Hace más de cuatro años que vivo en las sierras de Córdoba y la compra de libros es una actividad privilegiada cuando viajo a Buenos Aires. Al ver el diario de Rosario siento el impulso de ir a comprarlo pero sigo caminando. Entrar en la librería me va a costar un tiempo que no tengo y lo apunto para otro momento. Bajo al subte. No tengo saldo en la SUBE y me escabullo por el costado del molinete. Recuerdo a M. y sonrío, mientras me parece escucharlo contarme cómo cruzó la ciudad combinando subtes sin pagar. 

Domingo 27 de agosto de 2023

El sábado me reuní con amigos para cenar. Uno de ellos me dijo: tengo un regalo, y puso sobre la mesa el paquete. Lo abrí y me encontré con Diario de la dispersión. Me sacudió el misterio de la coincidencia. Recordé la anécdota que cuenta Rosario en el libro de Romina Zanellato, cuando en 1994 estaba buscando el nombre de la que finalmente fue Suarez, la banda que compartió con su pareja, Fabio Suarez. Rosario quería un nombre corto, y el apellido de su novio, con el que ya convivía, le empezó a resonar. Le gustaba que fuera como una marca familiar. Lo escribió con distintas caligrafías. Necesitaba verlo gráficamente. Tanto lo necesitaba, que pegó carteles por toda la casa, que decían Suarez. Al rato alguien tocó el timbre. Un tal Suarez. Era el padre de Fabio, que había desaparecido de su vida cuando él era un nene muy chiquito. El hombre entró a la casa y vio su apellido escrito por todas partes. Listo, es este, este es el nombre” pensó Rosario “trajo al padre perdido, olvidado, desconocido, lo trajo hoy”.

diario2Me siento a leer en un bar de Almagro. La luz del invierno deslumbra las mesas de madera. El método, o mejor dicho la manera de Rosario para hacer lo que hace, parece simple. Una mezcla de inmersión y dispersión. No hay nada alrededor suyo que no transforme en un accidente para encontrar algo, una ruta, un acceso donde nadie más podría ver luz. Es eso y la repetición. De un sonido, un color, una palabra, la repetición que deja ver, «una trama reconocible». «Me quedo parada en cualquier parte de la casa, suspendiendo cualquier otra acción, interrumpiendo algo que iba a hacer, enganchando la lana y pasándola para un lado y el otro, conclusión: cualquier cosa que haga, si la repito, se transforma en un patrón…»

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Corren los últimos días del mes de mayo de 2020. En pocas semanas, en el Hospital Evita de Santa Rosa, Rosario irá, como le dijo al editor Francisco Garamona, hacia el último secreto. Pero antes decide gastar buena parte de sus ahorros en plantas, y prepara la tierra para pensamientos, caléndulas, coquetas, violetas, lirios y alelíes.

Los primeros días de junio de 2020, Nina y Fabio viajan a La Pampa desde Buenos Aires con un permiso especial para despedirla en medio de la pandemia. Pero cuando están pasando el segundo día de aislamiento les avisan que Rosario falleció. 

En agosto de 2023, Nina saca su primer disco: Algo para decirte. Algunas de esas canciones nacieron en el cuarto-taller de su mamá en La Pampa, que habitó un tiempo, después de su muerte «Parece que le daba frío y tenía todo el piso lleno de telas, un escritorio lleno de cosas, cositas que colgaban», dijo en una entrevista en septiembre de 2023.

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Lunes 28 de agosto de 2023

Vuelvo a casa. Viajo toda la noche sin dejar de pensar en Rosario o de soñar con ella. Antes de quedarme dormida, escucho los primeros acordes de Copiloto. Enseguida se distorsionan con una furia feliz y Rosario canta, para siempre. 

 

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