La poeta estadounidense Rae Armantrout dice que cada vez que escribe quiere conseguir un sentido no explorado. En esta entrevista, cuenta lo trabajoso que es conseguirlo.
Rae Armantrout tiene el pelo corto y grisáceo, la piel lisa y blanca, los ojos claros y tiernos, y una voz suave y aguda y agradable al oído. Nació en Vallejo, California, en abril de 1947 y creció en San Diego. Fue allí donde se convenció de su amor por la poesía.
En 1978 escribió su primer libro y desde entonces lleva consigo un anotador porque no sabe ni cuándo ni dónde puede surgir una idea para su literatura. En 2010 ganó el premio Pulitzer de poesía y desde entonces la crítica está más pendiente de lo que escribe. Publicó, entre otros, Extremities, Precedence, Made To Seem, Next Life, Itself, True y Necromancia, traducido al español.
Si puede elegir, prefiere trabajar por las mañanas, pero no es una condición estricta. Se define como una mujer obsesiva. Dice que escribe porque esa es su manera de ser una persona activa, de conversar con el mundo. Le gusta la ciencia y lo que una vez un crítico dijo sobre sus poemas: “Son pequeños pensamientos como bombas”.
¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura?
Mi madre me leía poesía incluso antes de que yo pudiera leer, por eso tenía la poesía en mi cabeza y fue lo primero hacia lo que me sentí atraída. Pero después, siempre fui lectora. Soy hija única y pasaba mucho tiempo leyendo. Libros enteros como Robin Hood, Tom Sawyer, los clásicos.
¿Recordás lo primero que escribiste?
No estoy segura de recordarlo pero sé que cuando estaba en primer grado escribí mi primer poema porque mi madre lo conservó. Mi maestra nos pidió a todos que escribiéramos y luego se guardó los textos y se los dio a nuestras familias. Mi mamá se lo quedó. El poema era sobre peces nadando. Y entonces seguí escribiendo poesía a lo largo de la escuela primaria y la secundaria. Desde entonces siempre lo hice.
¿Cuáles eran los temas que te interesaban entonces?
Cuando estaba en la secundaria, más que nada escribía cosas sobre la naturaleza. Y no las compartía con nadie. No. Era muy tímida. Hasta que ingresé a la universidad. Y ahí conocí a otras personas que también estaban interesadas en la poesía y entonces sí era parte de un grupo. Y compartíamos, nos leíamos entre nosotros.
¿Qué te dejaron tus años de formación?
Aprendí a encontrar mi sonido, a hacer poesía liberada de la rima y entender que aún así seguía siendo poesía. Supe tener cadencia y tono propio.
A la hora de escribir, ¿qué balance hacés entre la dupla fondo y forma?
Una de las cosas del inglés es que tiene muchos, muchos caminos para decir algo. Muchas palabras para nombrar. El inglés es una conjunción de idiomas, de alemán, francés, suizo. Por lo que si buscás, si seguís buscando, podés dar con la palabra que tenga el sonido exacto y el significado que necesitás. A veces tenés que pensar durante mucho tiempo. Es un trabajo encontrar esa palabra. Es difícil. Tenés que esperar. A veces también podés recurrir al diccionario, pero es cierto que así podés meterte en problemas.
¿Alguna vez pensaste en escribir ficción?
Nunca intenté. Tengo memorias sí, pero de mis años de infancia hasta mis 22 años. Creo que no tengo el talento para eso. Tenés que imaginarte qué pasa después y eso nunca me sale. Siempre estoy más interesada en representar el presente.
¿La poesía es un género que da libertad al escritor?
Sí, es verdad. A veces explicar tanto te lleva a un lenguaje muerto. Yo quiero que todas las partes del poema sean interesantes.
¿Qué autores de ficción te gustan?
Aquellos que tienen algo de poetas. Me gusta Marcel Proust, Lydia Davis, una escritora contemporáneo estadounidense. Y los clásicos británicos.
¿Hay un tema del que siempre hablen tus poemas?
Son varios. Estoy interesada en encontrar un sentido detrás de las cosas que vemos mucho o sobre las que escuchamos mucho pero no pensamos lo suficiente. Ir más allá del sentido común. Ver qué hay debajo. Ese es un impulso que tengo. Me fijo en lo que está alrededor mío, en lo que sale en los medios, analizo esos discursos. Pero también hay temas que saco de sueños o de la ciencia. Me gustan las combinaciones inusuales. Juntar cosas disímiles.
¿Alcanza el lenguaje para expresarse?
Es lo que tenemos. Pero al escribir siempre hay algo más que es inexpresable. Pero eso es lo que te hace seguir adelante. Pensar que lo vas a encontrar la próxima vez. Aunque ese momento nunca llegue.
¿Te preocupa cómo te entiende el lector?
No me puedo preocupar mucho. Porque siempre es distinto, es una mente distinta. Yo sé que escribo de la manera en que creo. Y pongo un montón de sentido en pocas palabras y sin contexto. Por lo que es posible que surjan muchas interpretaciones.
¿Y la crítica?
Leo, a veces pienso que no debería. Pero eso pasa también cuando ganás mucha atención: están los que disfrutan lo que hacés y también los que no. Pero la poesía tiene tan poca atención la mayoría de las veces que siempre es bueno que salga algo en los medios.
¿Te sentiste presionada luego de ganar el Pulitzer?
Sí, claro. De cierta forma estoy feliz porque ya pasó tiempo, yo no era ninguna jovencita. Cuando pienso en que hay gente que lo ganó de joven me da lástima, porque quizá después no consiguieron mucho más en los años siguientes. Pero tampoco podés esperar estar en el centro de atención todo el tiempo. Es algo humano quererla y no recibirla.
¿Qué pensás de la relación de los jóvenes con la poesía?
Creo que la poesía está muy viva en América Latina. Hay buenas audiencias y mucha gente interesada. En Estados Unidos está viva también, son muchos los que quieren escribir, pero los que no, no creo que estén interesados siquiera en leerla.
¿Por qué?
En la era del romanticismo en Inglaterra ser poeta era como ser estrella de rock. Pero ahora hay tanto entretenimiento. Tantas cosas con las que podés pasar el tiempo. Está creciendo la moda de la poesía slam, lo cual me parece bien pero al mismo tiempo no sé si es poesía. Potencialmente puede ser, puede ser buena, pero si estás buscando el aplauso también estás buscando la forma más obvia para que todos te comprendan. Estás tratando de complacer.
¿Cómo es traducir poesía?
Debe ser muy muy difícil. No entiendo el español hablado pero puedo leerlo. No suelo leer las traducciones. Pero hablo con los traductores, tenemos conversaciones interesantes y comprendo cuán complicado es conseguir un sonido similar y un sentido. Quizá no se puede hacer de forma perfecta y hay que elegir. Y hay que ceder.