Se cumplen 10 años de la grabación de un disco indispensable, Variaciones sobre Spinetta, del pianista cordobés Guillermo Di Pietro. Indagar en su obra es una oportunidad para, además de retratar las derivas musicales que constituyen un terreno donde coexisten una pluralidad de voces y registros (entre música popular y académica, entre interpretación y composición, entre lo propio y lo común) permite dar cuenta de las dinámicas de las producciones culturales por fuera de los centros legitimados.
Guillermo Di Pietro nació en Marcos Juárez, una pequeña ciudad del sur cordobés, en Argentina, donde la hora de la siesta se alarga en tardes interminables al refugio del calor, para morir en las noches tibias de verano. Tuvo una infancia en la que la tranquilidad del pueblo se veía ritmada por las melodías populares del acordeón de su padre, un apasionado y fanático del 2 x 4, y que luego, en su adolescencia, acompañaría con la rebeldía de la música de Charly García, Spinetta y Paez que sus hermanos escuchaban en la primavera democrática de los 80. Esas músicas se convertirían en lo que, como él mismo dice, fue su educación sentimental, la banda sonora de los días: “Son músicas que están íntimamente ligadas a mi infancia, a mi adolescencia, a los amores de esa época, a los amigos, ir a los conciertos con mis hermanos. En mi vida personal, muy pocas músicas más contienen tanto afecto como calidad musical”.
La relación con el piano viene de ese primer amor adolescente que fue Charly García y del esfuerzo de su padre para traer desde Rosario (a 120 km) a un profesor de piano para que pudiese aprender en un pueblo donde el destino más seguro suele estar en el mundo de las vacas, los porotos y el barro de los caminos.
El primer encuentro de ese background afectivo y popular con la música académica y los estudios formales vendrá a los 18 años, cuando finalmente se decide a estudiar música y viaja a Buenos Aires para aprender contrapunto, armonía, improvisación y composición con Juan Carlos Cirigliano –pianista de Astor Piazzolla en algunas de sus formaciones, y difusor del método Berklee en Buenos Aires-. Luego de unos años de estudio con Cirigliano, Di Pietro comienza la carrera de piano y composición en el conservatorio Manuel de Falla, para recibirse hacia el año 2006.
Buenos Aires, alma de piedra
La dinámica cultural de la década del 2000 estará marcada por una fuerte proliferación de propuestas que delimitan un contexto en el que, como dice Sergio Pujol, “la preocupación central de hoy es saber cómo hay que situarse en un mundo globalizado; qué hacer con las tradiciones culturales, cómo revisitarlas, cómo imaginar un futuro que no se limite a ser la cinta de moebius de la memoria artística del país…”
Variaciones sobre Spinetta llegará como resultado de ese particular escenario, y lo hará bajo la forma de un proyecto en el que todas las herramientas de la formación de Di Pietro se ponen a dialogar con la educación sentimental y sus músicos adorados: Charly, Spinetta, Paez. La necesidad de repensar las velocidades y dinámicas de la ciudad –a la luz de los planes familiares- hacen que finalmente Guillermo decida dejar Buenos Aires para instalarse definitivamente en Villa Carlos Paz. Variaciones es un disco de piano solo, grabado el 27 de julio de 2006 en Estudio Cosentino, y editado en 2007 por La Vida Lenta Discos. Los diez temas del repertorio Spinettiano no superan la media hora de duración, y está formado por canciones del flaco en todas sus épocas, sin circunscribirse a ningún período en particular.
En este contexto la música popular ya conoce de hibridaciones y de enriquecimientos mutuos con otros géneros; ahí está Liliana Herrero (junto con Juan Falú, Raúl Carnota y Carlos Aguirre por situar otros puntos de referencia) ya en la madurez de una trayectoria que mira a la música popular Argentina a través de fascinantes lentes distópicos; basta escuchar canciones como Chacarera Santiagueña –canción de Raúl Carnota grabada por Liliana Herrero en el álbum Recuerdos de Provincia– donde las sonoridades folclóricas conviven con el reggae, o la canción de Fandermole Oración del remanso, leída por Liliana Herrero a la manera de un chamamé, para constatar cómo a principios del siglo XXI en Argentina tanto la música popular como la así llamada culta conviven en igualdad de condiciones, dejando a la generación de jóvenes músicos una gran variedad de recursos disponibles, sin necesidad de demostrar “fidelidad” para con ningún género.
(No) soy un extraño
Di Pietro se cuenta en esta tradición, sus gestos deben ser emparentados con los de estos músicos, pero particularmente lleva sus procedimientos un poco más lejos. Lo suyo son figuras de la heterotopía. Utilizando recursos que remiten en gran medida a la música académica, sus discos se las arreglan para producir un extrañamiento sobre las obras familiarísimas sobre las que trabaja. Nos muestra cómo, mediante desplazamientos del orden de lo sensible sonoro, otros mundos, otras sonoridades son posibles y están contenidas en la misma obra. Escuchamos Durazno Sangrando pero en un contexto sonoro en el que parece estar salida de los dedos de Eric Satie; el dodecafonismo y las sonoridades atonales de Schoenberg conviven con la inspiración artaudiana en Por, y Los libros de la buena memoria repasan la historia de la música modal desde Debussy a Bill Evans.
En los discos que seguirán a la edición de Variaciones sobre Spinetta, (Desarma y Sangra, Ríos que dan al mar, y Adstratos) Guillermo profundizará en algunos de los caminos abiertos en ese debut discográfico, como así también recorrerá otros rumbos más ligados a la improvisación y las distintas formas del decir contenidas en la música popular. Pero es en el terreno de la producción de esas figuras heterotópicas donde encontramos lo más original y potente de este pianista cordobés: canciones que son otras, que recuerdan otras canciones. Canciones fugadas de su (im)propia identidad. Canciones otras. En Separata (del disco Desarma y Sangra) hay una referencia a Exitmusic de Radiohead, que a la vez refiere al Jobim de Insensatez, y este a su vez al Preludio n° 4 de Chopin. Una referencia fugada y a la vez presente, esquiva.
El karma de vivir al sur
Es interesante notar que la música de Di Pietro empieza a tomar notoriedad, a ser reseñada por la prensa y reconocida por sus pares, a partir de que su autor deja la ciudad de Buenos Aires y se instala definitivamente en Carlos Paz, a finales del año 2006. Guillermo enseña música a niños de jardín, primaria y secundaria en una escuela de su ciudad, y mientras tanto se las arreglas para que sus discos lleguen a las manos adecuadas en la prensa. Ya sea recorriendo las redacciones o a través de su hermano Roque Di Pietro, que vive en Buenos Aires y ha editado, además de los discos de Guillermo, algunas rarezas como discos descatalogados de Eduardo Mateo, “Razones Locas” biografía de Mateo y No bombardeen Buenos Aires, libro sobre Charly García. Así transita los caminos de la autogestión a distancia de la capital cultural. Casi como afirmando en cada paso la decisión de salirse del recorrido propuesto por el circuito, ya sea comercial o no tanto, ese que propone que a los músicos no les queda otra opción que mudarse a Buenos Aires si quieren llegar a ser “escuchados”, si quieren dialogar con sus pares. A propósito afirmaba Guillermo a un medio de prensa de Carlos Paz: “En mi caso, por ejemplo, haber editado el primer disco de la manera en que lo hice fue medio de locos. Grabé en solitario, edité en solitario y luego llevé los sobres a la gente que sabía que escribía en los diarios. A esa gente (críticos de Clarín, Página/12, La Voz del Interior, La Nación) le llegan 10 sobres como el mío por día. O más. Es como haber plantado una plantita en medio de un frondoso bosque, todo lleno de frutos, de árboles grandes. Y de pronto alguien se mete adentro y ve eso que está tapado. Quiero decir que los medios tienen un poder enorme y pueden definir el destino de muchas músicas. Porque si hoy alguien hace algo y no tiene difusión de prensa, no pasa nada. Es así”.