Foto Susana Alfonso

“Los caminos de la literatura son inescrutables”

Por Flavia Company

(1) ¿Cuál es tu libro pendiente/postergado más vergonzoso?

Teniendo en cuenta que siempre he considerado que son los libros los que nos buscan y nos encuentran, se trata más bien de que algunos títulos han tenido la desfachatez de no hacerse los encontradizos conmigo o incluso la de apartarse cuando nos cruzamos. Quizás bajaron la cabeza, quizás miraron a otra, tal vez consideraron que no los iba a entender o que no iban a gustarme. Los caminos de la literatura son inescrutables. Me habría gustado que me eligieran para ser su acompañante los libros de Tolstoi o de Balzac, por ejemplo, pero solo un título de cada autor tuvo la delicadeza de tenerme en cuenta, La muerte de Iván Ilitx e Ilusiones Perdidas. También huyeron de mí la mayor parte de los títulos de Dickens. Voilà!

(2) ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer?

En estos últimos tiempos se me caen de las manos casi todos los títulos actuales de ficción que comienzo. No es que no pueda terminar de leerlos, es que no consigo pasar de la página 30. Sin embargo, prefiero hablar de los dos últimos que sí leí y sí terminé con entusiasmo y pasión lectora: La nueva taxidermia, de Mercedes Cebrián y Casa de muñecas, de Patricia Esteban Erlés.

(3) ¿Alguna vez robaste un libro?; ¿Cuál, dónde y por qué?

Alguna vez no he devuelto algún libro que me han prestado. Eso es lo más parecido al robo a lo que llegué. Hace tiempo, además, y si no los devolví-quizás se trata de tres o cuatro libros en total, de dueños diferentes- fue porque perdí el contacto con quienes me los prestaron.

(4) ¿Recuerdas el pasaje de libro que más te ha calentado sexualmente?

La verdad, no soy capaz de recordar ningún pasaje literario que haya conseguido excitarme sexualmente.

(5) ¿Qué premio no estarías orgullosa de recibir?

Lo de premiar es como lo de ofender: si es verdad que ofende quien puede, también es cierto en el caso de los premios: premia quien puede.

(6) ¿De qué título te hubiese gustado ser autora?

De muchos de los libros de Stefan Zweig.

(7) ¿Cuál es el libro que más has subrayado?

Ni idea. Imagino que los libros de mi época universitaria, los libros de estudio. No suelo subrayar los libros. No demasiado, al menos, de no ser que esté trabajando en ellos.

(8) ¿Te consideras una escritora en los márgenes, que no pertenece al circuito de las tertulias literarias, y el lobby del ego?

A las pruebas me remito.

(9) ¿Es cierto que sólo escribes en libretas que te regalan?

Casi siempre es así.

(10) Contanos algo de tu último libro de relatos Por mis muertos.

Mejor que contar algo, si les parece les copio a continuación el breve texto que da entrada a todos los relatos, el texto titulado EL ABUELO DE ANDREA.

Tiene la costumbre desde que, cuando era niña, su abuelo le contaba historias supuestamente autobiográficas y casi inverosímiles que la entusiasmaban y que, como muchos años después dedujo, eran mentira de principio a fin o, según se defendía el abuelo en los últimos años de vida cuando ella se lo recriminaba, eran ficción. Ficción, Andrea, le decía el abuelo, un poco de ficción siempre hay que hacer, en la vida; es más, la vida es aquello que narramos que es la vida, es lo que la gente cuenta, el modo en que la organiza con las palabras y con la imaginación; la vida por sí misma no es nada. La realidad es la ficción que cada cual elige, Andrea, y por eso hay que elegir muy bien las mentiras que uno se cuenta y le cuenta a los demás y es importante que coincidan tanto como sea posible, ¿me entiendes?

(11) ¿Dónde y haciendo qué te imaginas en veinte años?

Soy aquí y ahora. Lo demás no es.

El resto de la información, que es mucha, pueden encontrarla en su blog, donde ha ido colgando las muchas reseñas y entrevistas que han ido apareciendo a raíz de la publicación de Por mis muertos, su último libro de relatos: www.fcompany.blogspot.com

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 “A los ocho años me cambiaron de cama. Quedé en una cama de plaza y media, con respaldo alto de madera labrada. Flores de ensueño. Una cama Señorial, digna de una princesa semi adolescente. Y la cama -¡cuidado, no te pinches al subir!-, tenía como quien dice unos alambres del elástico salidos, y para trepar tenía que saltar como un carnero, o entrar por la parte de los pies, lo que me obligaba a estirarme, y me gustaba quedarme así, con las manos metidas abajo de la almohada, sin energía para continuar hacia adentro, el cuerpo descansando hasta el momento en que la relajación me diera frío, cosa que ocurría tardíamente, porque los niños siempre están largando temperatura.”

Inés Acevedo en Una idea genial.

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FOTOGRAFÍA: Columna Villarroya

 FOTOGRAFIA: Susana Alfonso

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