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La espiral de Girondo

La literatura argentina tuvo en Oliverio Girondo  al poeta que se consagró por recrear las angustias existenciales del hombre a través de un lenguaje despojado y salvaje. En la masmédula, su último libro, es lectura para transgredir y  transmigrar.

“De vértices quemados / de subsueño de cauces de preausencia de huracanados rostros que trasmigran / de complejos de niebla de gris sangre / de soterráneas ráfagas de ratas de trasfiebre invadida.” (1)

Quizás la mayoría de los hombres no recuerda el “subsueño” al despertar por la mañana. Probablemente las “preausencias” son solamente los sentimientos de angustia de algo por perder y la “trasfiebre” es la víctima de la fiebre que no le permite ser. Pero para este poeta, la percepción sufre el revés existencial y lo interior, profundo, intradérmico, lo otro y medular se transforma en la experiencia total del hombre. Fue Oliverio Girondo (1891-1967) un escritor argentino que saltó la línea de la genialidad e hizo de la materia prima de todo poeta una transgresión a la norma tranquilizadora y la revelación de su poder para mostrar el otro lado de las cosas.

Por eso, para empezar a leer a Girondo hay que aprender a perder las comodidades y alejarse de convencionalismos preestablecidos. Es decir, hay que abandonar las superficiales razones humanas y arrojarse al vacío medular. Ahí reside el mundo Girondo.

En la masmédula, es un poemario conformado por treinta y siete poemas. Fue publicado por última vez en 1963, después de dos ediciones anteriores (1954 y 1956)  que sufrieron cambios y agregados introducidos por el autor. Así como sus ediciones transitaron el camino necesario para alcanzar lo deseado, el libro constituye un viaje. Es una travesía a través del lenguaje para descubrir el sinfín de posibilidades que la palabra puede ofrecer cuando se desea expresar las incógnitas, los abismos de la existencia. Desde el título se interpela al lector para internarlo en lo subyacente; quizás, en el principio de todo.

Este poemario rompe cánones, sintaxis, juega con la morfología de la palabra, deforma y hace un culto a neologismos a través de choques de términos o prefijaciones llevadas al extremo: “Noctivozmusgo insomne/ del yo más yo refluido a la gris ya desierta tan médano evidencia / gorgogoteando noes que plellagan el pienso / contra las siempre contras de la posnáusea obesa.” (2)

imagesLa noctivozmusgo, el gorgoteando, los noes y la posnausea no son sencillos experimentos con el lenguaje. Nada se reduce en Girondo a un simple dejar de utilizar palabras gastadas o frases resguardadas en lo correcto. El poeta soltó las amarras idiomáticas e inició la travesía hacia la médula del lenguaje. Esa es la magia de Girondo. Hizo suyo lo que no es de nadie y es de todos: “(…) Hay que buscarlo dentro de los plesorbos de ocio / desnudo / desquejido/ sin raíces de amnesia (…) Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso / lúcido beodo / inobvio / entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente (…).” (3)

Este es el lenguaje en el que nos sumerge: desnudo, sin ataduras, complejo, entre los límites. Es superimpuro, como una mezcla. Así se titula el poema que introduce el libro, La mezcla. En estos versos pareciera residir su arte poética. Para el poeta, hay una mixtura que lo es todo y fundamental: “(…) sino la viva mezcla / la total mezcla plena / la pura impura mezcla que me merme los machimbres el almamasa tensa las tercas hembras tuercas / la mezcla / sí / la mezcla con que adherí mis puentes.” (4)

Esta mezcla plena es impura, pero lo es por su pureza en relación con esa característica. Aquí, hasta los opuestos se interrelacionan, se amalgaman para unir las agonías existenciales. Cada concepto entra en un juego de referencialidad y sensación de caos. Sin embargo, cada pieza, con su forma y lugar, tiene una función en la mixtura.

De la misma manera en que el lenguaje quiebra sus normas provocando el vacío de la falta de la norma, así lo que está entre lo superficial y lo profundo, lo que está más abajo de lo que somos, es el espacio, lo otro o la nada que invade el alma del hombre. En Noche tótem, el espacio es ese otro lado que no está aquí ni allá y sus presencias no son lo que parecen ser: “Son los trasfondos otros de la in extremis médium / que es la noche al entreabrir los huesos / las mitoformas otras / aliardidas presencias semimorfas (…).” descarga (1)

La lectura del poema Al gravitar rotando despliega la agonía existencial y destruye la tranquilidad del hombre. Lo completo pierde su totalidad, la base, lo único y seguro ya no lo es: “En la sed / en el ser / en las psiquis / en las equis / en las exquisitísicas respuestas (…) en el bisueño exhausto del dame toma date (…) en lo vivisecante los cateos anímicos la metafisirrata / en los resumiduendes del egogorgo cósmico / en todo gesto injerto/ en toda forma hundido polimellado adrroto a ras afaz subrripio / cocopleonasmo exotro (…).”

La genialidad de Girondo sorprende: prefijaciones y composiciones gozan de la libertad del lenguaje. Las palabras se complotan en una combinatoria  que hacen que los conceptos graviten entre sus dos caras: el arriba y el abajo del subrripio, lo deseable y lo detestable de las exquisitisicas respuestas, lo grande y lo pequeño del egogorgo, lo trascendental y lo subterráneo de la metafisirrata, lo que busca unirse y separarse del adrroto, lo que fue y ya no es del exotro.

El triunfo de lo terrible es inevitable. El mundo Girondo pesa cada palabra parida en la balanza medular. No hay esperanzas: “Sigo / solo me sigo / y en otro absorto otro beodo lodo baldío / por neuroyertos rumbos horas opio desfondes / me persigo (…) y me recontrasigo/ de un extremo a otro estero / aridandantemente / sin estar ya conmigo ni ser un otro otro.” (5)

En la búsqueda del ser, la presencia del otro es la agonía de transitar para alcanzar el otro extremo. En Girondo, “el es” no existe. Existe la negación de la existencia, la reducción del todo a la nada: “El no / el no inóvulo / el no nonato / el noo / el no poslodocosmos de impuros/ ceros noes que noan noan noan / y nooan / y plurimono noan al morbo amorfo (…) el macro no ni polvo / el no más nada todo / el puro no / sin no.” (6)

En el poema las letras “n” y “o” invaden los versos. La sonoridad de las mismas se sube a un carrusel descontrolado que gira mientras el verbo noan reduce al no más nada todo. Es la negación existencial, el puro no medular  de Girondo.

Después de leer En la masmédula, el lenguaje ya no será un convidado para la expresión, el simple medio o la mera reproducción. El vanguardismo del poeta no podrá concebirse como un sencillo transitar por el límite o costado de las cosas.  En el después, el lenguaje encuentra al otro lenguaje, quizás el gran misterio para muchos.  Por eso, Girondo bucea en lo profundo de las palabras y deja el vacío abierto al lector a una aventura gravitacional sin seguridades.

Su lectura es una espiral continua. Es un descenso repetido, agónico, porque un poema de Girondo no permite un solo recorrido. Son viajes constantes de descubrimiento en los que el lector sufrirá la misma metamorfosis del lenguaje.

“Y para acá o allá / y desde aquí otra vez / y vuelta a ir de vuelta y sin aliento / y del principio o término del precipicio íntimo / hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquello o de lo opuesto / y rueda que te roe hasta el encuentro / y aquí tampoco está (…).” (7)

La inmersión en lo incomprensible, el dejarse atravesar y seducir por la atracción de lo diferente, sin recursos más que el propio y natural deseo de desentrañar, transgredir y transmigrar. Ese es el mundo Girondo.

 

losada girondo

Girondo, Oliverio. Obra. Editorial Losada. Buenos Aires. 2002 (9ª edición)

(1) Alta noche

(2) Gristenia

(3) Hay que buscarlo

(4) La mezcla

(5) Arindandantemente

(6) El puro no

(7) Destino

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