GERBER

El conjunto vacío de Gerber

Descifrar mensajes encriptados, girar el libro para observar una imagen, subir la mirada y pensar en esa pregunta que puede aparecer como secreto en el centro de la hoja: ¿Toes se le piociprin ed goal?

La autora mexicana Verónica Gerber Bicecci se define en la biografía del libro como una artista visual que escribe. Publicó su primera novela Conjunto vacío en el año 2015 en la Editorial Almadía y este año la segunda edición en la Editorial Sigilo. Allí explora el cruce entre imágenes y palabras, el cual ya venía realizando desde publicaciones anteriores y proyectos e intervenciones visuales.

Una presencia que se desvanece y se escurre entre las manos aparece a lo largo del libro como un misterio. Sumada a una ruptura amorosa, nos deslizamos como en un tobogán hacia preguntas sobre el olvido. Más que un tobogán, un laberinto: ¿cómo olvidar a alguien? o por el contrario, ¿cómo conservar su recuerdo? y así escaparse, por lo menos temporalmente, del ejercicio errático del olvido. Ahí se introduce un tema latente en todo el libro en relación al tiempo y el espacio, y los posibles encuentros que, en contra de la linealidad cronológica, pueden ser muchos: el presente, el pasado y el futuro conviven entrelazados a través de los vínculos, los objetos y el territorio.

 Para olvidar a alguien hay que ser excesivamente metódico, anuncia en el comienzo de un capítulo Verónica, la narradora -que comparte nombre con la autora-, y enseguida lo vuelve tangible con la descripción de la rutina que seguirá paso a paso los días siguientes a la separación. Este es el punto de partida de un libro que tiene muchos, ¿cuál es el comienzo de la historia en realidad? Puede ser el exilio de los padres en la dictadura militar de Argentina hacia México, el principio o el fin de la relación amorosa, el comienzo de otros vínculos afectivos o la desaparición de la madre. La pregunta sobre los principios aparece en el libro como contraparte del final de una relación, y la narradora se pregunta ¿cuál de todos los principios está terminando?

conjunto vacío

El libro está compuesto de textos cortos que no están numerados. Podría pensarse que esta estructura le da forma a la ruptura cronológica y que las puertas de entrada -o de salida- a los acontecimientos de la novela son muchas. Los sucesos del relato reponen el ritmo de los recuerdos que, desordenados, reconstruyen el caos en su forma. Un acervo de memorias que se trenzan con la supervivencia cotidiana afirma un cuerpo individual representado por Verónica, una joven artista que está en busca de trabajo mientras vive en la casa donde su madre fue vista por última vez. Una casa/búnker, en palabras de la narradora, que funciona como cápsula del tiempo donde todo permanece en perpetuo abandono. En esa vuelta al hogar materno luego de la separación, Verónica habita la casa y esta le trae otra capa de sentido: una ausencia que allí se hace presente a través de objetos y sonidos, y un cuerpo físico que la desafía con un peligro de derrumbe: el exterior estaba obligando al interior a ceder.

La casa es otra presencia amenazante, el territorio como vínculo y lo vincular como territorio. En el espacio físico aparece el síntoma, nos interpela como otra de las tantas cosas que sostenemos simbólica y físicamente en el cotidiano. Es aquello que nos envuelve y envolvemos de significantes propios: una extensión de la pregunta por nuestra existencia en el mundo. El espacio es, a la vez, un mensaje. Un mensaje que puede ser de otro tiempo, una estructura que nos precede pero que, por un momento, hacemos propia. Y entonces, ¿cómo quitarle los fantasmas que cargamos? ¿cómo convivir con aquello que la casa nos devuelve de una manera material? Ese perpetuo abandono que nombra la narradora, ¿qué sentido cobra en su propia vida?

En esta línea, aparecen imágenes: un territorio/mapa vincular inspirado en el Diagrama de Venn, el cual usa círculos que se superponen u otras figuras para ilustrar las relaciones lógicas entre dos o más conjuntos de elementos. Estos diagramas muestran colecciones de cosas por medio de líneas cerradas y son esquemas usados en la teoría de conjuntos. Llegando a la mitad del libro, la narradora revela que la enseñanza de esta teoría en las escuelas estuvo prohibida en la última dictadura argentina para censurar la idea de que aun siendo diferentes los elementos, pueden tener algo en común y formar un conjunto que podría oponerse a otro conjunto. En cambio, su propósito fue separar, desunir, diseminar, desaparecer. El después de la dictadura cívico-militar de Argentina, que comienza en 1976 y termina en el año 1983, se recupera en el libro en las consecuencias del exilio de la familia de la protagonista, que tiene su correlato en la historia personal de la autora. ¿Qué queda después del estallido? ¿Cómo persiste el exilio en el cuerpo de quien lo vive y en el cuerpo colectivo?

El relato se escapa de la hoja para convertirse en un juego. Las letras mutan en diferentes roles y la lectura se presenta como una coreografía de la observación o, como indica Verónica Gerber en la entrevista que le realizaron este año en el podcast Inventario[1], el lector se presenta como detective. En esta línea, la correspondencia que circula en la novela está escrita con anagramas o acrósticos -una composición poética o prosaica en la que las letras iniciales, medias o finales de cada verso u oración son leídas en sentido vertical y forman un vocablo o una locución- generando, en la lectura, la sensación de descubrimiento de las palabras y los mensajes, como si se nos estuviera contando un secreto.

9786078667536

Cuando aprendemos a leer, nace el juego de descifrar a la letra en tanto dibujo: descubrimos las palabras una a una en la oración. Como si volviera a ser lectora por primera vez, voy desnudando las palabras hasta que se convierten en algo conocido y referenciado. Me siento nostálgica: estoy aprendiendo a leer de nuevo. Al anudar la forma de las letras y el mundo de palabras conocido, se va hilando una nueva realidad. Como con los legos, el juego de armar y desarmar significados junto a la narradora me transporta a un vaivén del vacío a lo conocido, de la ausencia a la presencia, a una fuga de sentido hasta que el movimiento se detiene en una imagen: un nuevo invento de orden, un nuevo conjunto.

A lo largo del libro se hace presente la idea del exilio. Una de las definiciones que encontré refería al hecho de estar lejos del lugar natural. Ese desarraigo aparece en la manera de la narradora de habitar la casa/búnker y en los vínculos que construye, pero también en el modo de búsqueda: el deseo de ir trazando mapas en donde orientarnos y ubicarnos en el mundo. En las definiciones siempre se encuentra cerca la palabra patria y me animo a tomarla en un sentido amplio para pensar el recorrido de los personajes ¿en qué patria construimos comunidad? ¿qué objetos son parte de esa patria y nos definen? ¿Con quiénes? Y entonces quizás así podemos acercarnos a ese lugar que se nombra como “natural”, pero que me gusta pensar que podría ser inventado o soñado e incluso moverse con nosotrxs, haciendo de las preguntas por el olvido un lugar menos hostil y solitario. Una patria inventada, menos exiliada de sí misma y más compartida.

Entonces, ¿Toes se le piociprin ed goal? Desde que terminé el libro, traigo este anagrama-pregunta al presente como un eco. Un eco de otro tiempo que se cuela como un extraño en la propia casa. El registro de lo íntimo, en la prosa de la autora, refuerza que en lo pequeño del cotidiano puede haber un tesoro. En medio de un torbellino de espacio y tiempo como lo es el presente, este libro se vuelve imprescindible como un buen compañero que te entiende con solo cruzar una mirada.

[1] https://open.spotify.com/episode/1bFA0jgBmLJgXSgUo8Msmo

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