Manuel Quaranta

Borges y Facebook

 Por Andrea Calamari

Manuel Quaranta Fotografía: Pablo Resoalbe.

Digamos, por comodidad narrativa, que de este modo comenzaron los hechos.

“Me dirijo a usted en calidad de representante legal de la Sra. MARÍA KODAMA a fin de intimarlo para que cese de utilizar el nombre, la imagen y el estilo de Jorge Luis Borges en sus posteos de Facebook. De no cumplir con lo requerido será demandado judicialmente en los términos de la ley 11.723 de propiedad intelectual y tratados internacionales, leyes y decretos concordantes.”

Tal fue la primera intrusión del mundo fantástico en el mundo real; con una carta documento fotografiada en Facebook, que despertó mi siempre despabilado interés.

La intimación  de la viuda de Borges (yo pronuncio ahora su nombre. María Kodama) apareció en una publicación del 11 de julio de 2015 del destinatario. Manuel Quaranta es su nombre. Las columnas de la prensa de Rosario acogían las primeras producciones de aquel modesto amigo de las musas, sin sospechar acaso su edad. Tal vez no llegue a los cuarenta. Es profesor de filosofía y colaborador en distintos medios periodísticos, entre los que se destaca, por la periodicidad de sus publicaciones, Rosario 12.

“Me gustan mucho sus contratapas” dice su editora, Sonia Tessa. Cuando le pregunto sobre la carta documento se ríe: “Ah, sí, el affair Quaranta”.

-¿Cambiaste tu percepción sobre su trabajo después de este tema?

– No, me gustan mucho sus textos, son filosóficos. Si fueran textos periodísticos, sí, hubiera cambiado mi opinión.

Los hechos que siguieron tal vez sean imputables a la juventud del autor y a las pocas luces de la época. Intentaré contarlos con la mayor fidelidad, como me fueron narrados por sus protagonistas. Apenas si me he atrevido a agregar uno que otro rasgo circunstancial, de los que exige nuestro tiempo.

¿Qué pasó con Manuel Quaranta y esta proeza que le valiera una notoriedad ruidosa pero efímera? Digamos que comienza con un posteo en Facebook, 144 me gusta, 268 veces compartido, incontables comentarios.

Jorge Luis Borges carga con el peso de un lugar común entre el público y la prensa no especializados: es el “polémico escritor”. Sus posiciones políticas, algunas de sus declaraciones, un humor acaso demasiado sutil, el universalismo de sus obras, han dado lugar a la fórmula repetida. Los derechos de su obra en manos de María Kodama no hicieron más que alimentar la “polémica”, adjetivo dilecto de la prensa local, trasladado a conversaciones públicas y redes sociales. Los juicios de Kodama a escritores por el uso de la obra y nombre de Borges aparecen cada tantos meses en esa difusa creación que se llama, por convención, la opinión pública. En este contexto apareció el posteo. Si uno se obstina en leer desde el punto de vista de un hombre que lee sin entender, en muy poco tiempo logra no entender absolutamente nada y ser obtuso por su cuenta propia. Nada más necesita el asiduo lector y opinador de Facebook.

Facebook

Va por todo la señora. Locura!!!

Alguien que la frene por favor!!!

Me solidarizo completamente.

Inquisición. Kodama es Hitler.

María Kodama ahoga creatividad. Persecutora de jóvenes.

ESTO ES MUY GRAVE. OJALÁ QUE TRASCIENDA.

Si es mentira, es muy gracioso. Si es verdad redrum.

Casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un punto. Lo cierto es que anhelaba ceder. ¿Una broma de Quaranta? “Que otros se jacten de los posteos que han escrito, a mí me enorgullecen los que he leído”, escribe en su muro. La obrilla explosiva (que hoy nos toca analizar) ostenta suficientes quilates. La materia bruta suministra al curioso lector el interés que no le insuflará nunca el estilo.

Quaranta acepta ser entrevistado por este tema y llega con puntualidad. Debe decirse que mostró predisposición desde el primer contacto. Incluso me envió artículos en los que se hacía referencia al caso. Hasta parece entusiasmado.

-La carta la publico un sábado a la mañana y no hubo muchas repercusiones más allá de algunos me gusta. El lunes, tengo cien pedidos de amistad y veo que la carta se había compartido doscientas ochenta veces. Evidentemente tuvo un impacto.

Impacto y viralización son palabras de esta época: el hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender. En pocos días el tema saltó de Facebook a la prensa. El día menos pensado, mientras me desentumecía el cacumen con la columna de policiales, pegué un respingo al divisar, entre mate y mate, la noticia:

Kodama intimó a un escritor rosarino para que deje de usar el “estilo” de Borges. La Capital, edición del 17 de julio de 2015. Sección Ciudad. Nota firmada por Eugenia Langone.

-Te llamo para hablar de Manuel Quaranta y la carta de María Kodama

– Sí. Yo fui la víctima. Yo fui manipulada y me molestó porque mi trabajo periodístico está en juego. Yo lo llamo para confirmar si había recibido la carta documento y él me lo confirmó, entonces yo escribo la nota y pongo mi firma.

“Lo que está en juego es la relación con la mentira”, opina Roberto Echen, artista plástico, docente y especialista en arte. “¿Para qué sirve la verdad en el arte? Lo interesante es cuando el arte se toca con una disciplina que trabaja con la verdad, como el periodismo. Si el arte es artificio, su artificialidad es lo que se pone en juego, no la verdad.”

¿Qué está haciendo Manuel Quaranta? Diego Colomba lo conoce, es escritor y crítico literario: “En parte es buena prensa (estuvo muy astuto) porque sacó su novela con Baltasara en ese tiempo y aprovechó el revuelo que tenía el caso. La periodista que lo levantó se apuró, fue un error, pero es cierto que la gente busca verosimilitud realista en un lugar habitado por el lenguaje y las máscaras, la ficción.”

Quaranta parece disfrutar el malentendido. Y promoverlo. Cuando lo entrevisto se muestra interesado en mi visión del tema.

– En Facebook empecé a ver los comentarios, incluso los que vos hacés con tu heterónimo, diciendo: Manuel Quaranta miente…

– Ahí vamos a hacer una aclaración: no soy yo. Tomó mi seudónimo una persona que yo supongo quién es.

–  Miguel Tardewsky. Pensé que eras vos.

– Todo el mundo piensa que soy yo. Creo que si hay un logro con lo de Kodama es este personaje que empezó a volverse loco y mandar mensajes privados a todos mis amigos.

Yo creo que es Carlos Italiano, un docente mío de la secundaria que interpreta que mi fama, mis lectores, están engañados. Está loco. Supuestamente se comunicó con el abogado, mandó mensajes a Rosario 12. La editora, Sonia Tessa, me mandó mensajes diciendo: “che, este loco quiere hablar con el editor y que no te dejen publicar más a vos.”

No podíamos engañarnos, lo cual hacía difícil el diálogo. El crítico de olfato reconocido puede subrayar, sin embargo, que la verdad y la mentira no son las categorías apropiadas para abordar los hechos.

“Los periodistas estamos acostumbrados a desconfiar de los políticos, de otros actores, no de los artistas”, dice la periodista de La Capital. La editora de Rosario 12 coincide. Unos días después de la publicación del diario La Capital, Sonia Tessa comenzó a recibir mensajes privados de Facebook de Miguel Tardewsky. “Me escribió un montón de veces pidiendo que el diario desmintiera lo publicado por otro diario. Le dije que no podíamos hacer eso. Me increpó, me pareció un poco agresivo”.

Borges y Kodama

Fuente: clarin.com

 Un inspirado recelo nos acribilla. ¿Existe, concretado en carne y hueso, tal personaje?

Miguel Tardewsky es el nombre del personaje de Respitación Artificial, de Ricardo Piglia y tiene un perfil en Facebook con la foto de Quaranta. Su primera publicación es la carta documento de julio. Las siguientes: todas sobre Manuel Quaranta, “desenmascarando sus mentiras”. Como nos recuerda Piglia, la literatura de Borges lleva al extremo una línea de la tradición literaria argentina, de Sarmiento hasta Lugones, hecha de citas, referencias culturales, alusiones, plagios, traducciones, pastiches. La parodia y el apócrifo son su marca. Esto parece muy obvio para ser un juego borgeano de imposturas. Tal vez se trate de las limitaciones del soporte: Facebook es el lugar de las fotos de gatitos y sobrinos y las opiniones. En los últimos meses electorales el muro de Quaranta se vuelve enfático, militante, previsible.

El ejercicio de la literatura puede enseñarnos a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos. Le pregunto a Diego Colomba si lo que hace Quaranta es literatura. “A veces hace de Facebook un soporte de la escritura, de la ficción, y escribe con la intensidad que propicia la literatura.” Los escribas prestan juramento secreto de omitir, de interpolar, de variar. También se ejerce la mentira indirecta.

Quaranta no se define como escritor: “Yo no lo tomo dentro del campo literario, lo tomo como una acción artística y tiene que ver con el arte de los medios de los años 60. Ese es mi horizonte: Jacoby, Costa, Escari”.

El perfil de Tardewsky parece el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar ajenas historias. O el modo que buscó Quaranta para dar a conocer su acción artística. Le pregunto a Roberto Echen si hay acción artística que no se autoproclame como tal. “Para que funcione como producción artística yo tengo que saber que era mentira. El periodista existe como médium.”

“Me sentí manipulada”, dice Eugenia Langone. “Unos días después empiezo a recibir mensajes privados de Miguel Tardewsky pidiendo que nos retractemos. Lo comento con mi editor y decidimos: no vamos a retractarnos de algo que no da para seguir. Yo le contesto y después me entero de que era Quaranta”. ¿Quién podrá jactarse de ser un mero impostor? “Después me empezó a hostigar con lo mal que trabajamos los diarios. Él quería una especie de rendición: ríndanse, se equivocaron”.

El arte de los medios se materializó en una serie de acciones que un grupo de artistas  realizó entre 1966 y 1967 en relación a los llamados por entonces medios de comunicación de masas. En un contexto de conceptualismo global en el arte que, como precisa Echen, se remonta al pop art, encarnado principalmente por Andy Warhol, estos artistas desplazan el interés de la obra de arte del objeto al concepto. La desmaterialización de la obra en un proceso: ambientaciones, happenings, acciones. Roberto Jacoby, Eduardo Costa y Raúl Escari, en 1967, protagonizaron lo que después se conoció como el “Happening para un jabalí difunto” o “Antihappening”, al que alude Quaranta. Los artistas, en connivencia con algunos allegados a los medios, entregaron un informe falso con la descripción y documentación de un happening que nunca había ocurrido. Algunos medios lo publicaron.El experimento, según declararon en un manifiesto, era que el propio tratamiento mediático diera su única materialidad al acontecimiento.

“En mi caso no hubo ninguna connivencia con nadie, lo que se ve es la distinción entre un medio de comunicación tradicional al que no podés acceder si no es por medio de un infiltrado y el Facebook, que no es centralizado, no necesitás un aliado, no necesitás a nadie. Entonces yo me paro ahí. Es un horizonte: esos tres tipos y esa acción que hicieron. Ya se probó cómo se hace una noticia. ¿Qué más, que me saquen en TN?, pero sería una cuestión cualitativa, en vez de Rosario, Buenos Aires”.

Borges

Fuente: elvasomediolleno.guru

Reconozcamos que esta lúcida acción de darse su lugar ha tenido su premio.

Soy el primero en reconocer que el mocito ha hecho una labor encomiable, maleada, claro está, por ciertos lunares que traicionan la mano temblona del aprendiz. Se ha permitido caricatos, ha cargado las tintas. Algo más grave, compañeros: ha incurrido en errores de detalle. “¿Qué quería probar? ¿Qué los medios podemos ser manipulados?” Eugenia Langone aclara varias veces que no es especialista y a lo largo de la entrevista parece rememorar el caso y va ganando énfasis: “Atrasás varias décadas, Quaranta”.

Él dice que lo suyo es una acción artística. “Me interesa muy poco lo que piense Manuel de su producción porque una producción excede al autor. Lo más interesante es a nivel de los efectos que produce.” Echen no duda. Le pregunto quién es el destinatario de una acción artística, si el único objetivo es que la prensa levante una información falsa. “El destinatario es el lector, el periodista es un coproductor. El artista podría decir: ahora sí te hago cómplice y lo desvelo y el periodista queda como víctima. Para que funcione como producción artística yo tengo que saber que era mentira. Lo que interesa es el malentendido. Manuel Quaranta, si quiere hacer funcionar algo masivamente, tiene que hacer la aclaración. Lo más interesante de esta producción está en las capas de sentido que se abren a partir de Borges. Un periodista especializado que pueda deponer su relación con la verdad podría haber hecho un interesante análisis de esto”.

Aceptar errores no es contradecir el azar: es corroborarlo. Yo mismo, en esta apresurada declaración, he falseado algún esplendor, alguna atrocidad. Quizá, también, alguna misteriosa monotonía. ¿Hay algún fin en la trama? Ese fin no puede ser ético, ya que la ética es una ilusión de los hombres, no de las inescrutables divinidades.

Estas cosas, ahora, son como si no hubieran sido.

 

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