Sobre Lo que a nadie le importa, de Sergio del Molino.
Por Isabel-Cristina Arenas
Fotografía: Magdalena Siedlecki.
Sergio del Molino dijo de su reciente libro que es una biografía por partes de gente que no ha importado nunca y que una de las razones para escribirlo fue el reto de su madre cuando le dijo que a nadie le interesarían esos personajes. Pero Lo que a nadie le importa causa el efecto contrario: es un “no tocar”, es la banda para guardar distancia de un museo en el que una escultura está ahí, tendida y luminosa. Le brilla el rastro del tiempo en el mármol y la sensación de tacto es irresistible. Por eso se debe esperar a que el vigilante del museo se distraiga para llegar hasta ella. Aceptar el desafío: el mismo que se lee en la portada de este libro.
A José Molina Bueno, el protagonista, le parece antihigiénico enterrar a la gente en un cementerio. Piensa que si todos los muertos de la historia reclamaran su lugar en la tierra, los vivos tendrían que ir a poblar las islas y no quedaría espacio para nadie. Él quiere que lo cremen al morir y que esparzan sus cenizas en Bubierca, el pueblo donde nació. Tuvo la suerte, o no, de ser herido en la guerra y tener dos cicatrices que le marcaron como uno de los sobrevivientes de la Batalla del Ebro en 1938 durante la Guerra Civil Española. José Molina pasó algún tiempo convaleciente y salió del hospital cuando ya se habían acabado las balas y solo quedaban algunos republicanos vencidos para vigilar en los campos de prisioneros. Antes de la guerra, había trabajado en un almacén de textiles y, después, pasó toda la vida como dependiente de ‘El Corte Inglés’. Su nieto Sergio, el narrador, y su familia, forman esas pequeñas historias de gente que al final sí termina por importar debido a su universalidad. Su esposa Carmen de Lara, una mujer adorno apodada la Curri, es un personaje que, a pesar de despertar rechazo por su inmadurez, descaro y egoísmo, también produce compasión al imaginarla anciana y triste, “lavando la ropita y peinando a sus muñecas con ojos abiertos de porcelana”. Quizá lo único que en verdad le importó en su vida.
Sergio del Molino dice que su abuelo lo eligió para contar esta historia. Que la pensó por mucho tiempo y que luego la escribió rápido, que es su visión desde la cerradura por donde vio su vida y la completó con intuiciones: “ficciones sin registros fósiles”. Cuenta que poco tiempo antes de la muerte de su abuelo le escuchó decir: “Calla, que de ti no quiero ni que me cierres los ojos”, una frase cargada de pasado y dirigida a su mujer.
El silencio de José Molina es el tema que traspasa la novela, el mismo que le permite al nieto interpretar todo a su modo. La Guerra Civil, aunque es uno de los factores determinantes del silencio del protagonista, no es el tema central de la novela, sino la familia. En todas partes hay guerras, muertos, abuelos raros, verdades a medias y soldados casi niños que van a luchar por los ideales de otros. Seres que después forman hogares, que crecen como pueden y con lo que les queda de ellos mismos.
El tiempo robado para leer esta historia ha servido para tocar el mármol de lo que a nadie le importa. Solo resta imaginar a un José Molino ya anciano muriendo feliz por uno de sus cigarrillos de toda la vida marca Ideales. Él cumplió el suyo, con minúscula, y sus cenizas fueros esparcidas sobre el pueblo donde nació.
Título: Lo que a nadie le importa
Autor: Sergio del Molino
Páginas: 256
Editorial: Penguin Random House
ISBN: 978-84-397-2919-8