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La dinámica de lo infinito

Las canciones de Él Mató son de esas que te hacen caminar flashando que estás en un videoclip. Quizás algo así le pasó también a Bruno Stagnaro cuando le propuso a Santiago Motorizado usar su música para la remasterización de Okupas.

“Fue un sueño”, diría una y otra vez en varias entrevistas. Como quien necesita repetir muchas veces algo para creérsela.

-Cada vez que sacamos un disco con Él Mató siempre tengo un grupo de canciones que va a ser del próximo. Una especie de miedo a quedarme sin nada, a que se cierre la fábrica de canciones y no pueda componer más -cuenta Santiago en una videollamada. Una de las tantas cosas que nos dejó la pandemia: nuevas formas de vincularnos de manera cotidiana.

Los primeros meses de cuarentena parecían una especie de vacaciones, un impasse en el mundo que permitía hacer todo aquello que había quedado pendiente. Para Santiago, fue la posibilidad de pausar el ritmo frenético de quien vive de gira y detenerse a reflexionar. Era también un momento deseado: encontrar el tiempo necesario para darle rienda suelta al proceso creativo. Sin embargo, había algo que no lograba estimularlo.

-Sentía que era componer un poema en un avión cayendo-. Y aparecieron más preguntas que certezas: ¿Qué pasa en el futuro? ¿Hay futuro? ¿Vamos a salir a tocar? ¿Vamos a mostrar estas canciones? ¿Para qué compongo si después no las voy a mostrar?

Okupas fue lo que destrabó todo eso. Santiago era fanático de la serie que se estrenó en el año 2000 en televisión abierta y que, por primera vez, parecía interpelar a la juventud argentina signada por un contexto de crisis económica y de hiperinflación previo al corralito.

Stagnaro -el director- lo llamó para proponerle hacer la banda sonora. Ante la urgencia del estreno, todo ese tiempo acumulado de frustración se transformó rápidamente en composiciones. Esa experiencia lo llevó a abordar otros géneros musicales como cumbia, folclore, tango y salsa.

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Él Mató a un Policía Motorizado -que recibe su nombre por el diálogo de la película R.O.T.O.R. dirigida por Cullen Blaine- surgió en La Plata en el 2003, pocos años después de la tira. Empezó como algo lúdico: un grupo de amigos de la secundaria que se juntaban a tocar en Barrio Jardín, en las afueras de la capital bonaerense.

Eligieron bautizarse con apodos por ser “más divertidos” que sus nombres: Santiago “Motorizado” Ariel Barrionuevo (bajo y voz), Guillermo “Doctora Muerte” Ruiz Díaz (batería), Manuel “Pantro Puto” Sánchez Viamonte (guitarra), Gustavo “Niño Elefante” Monsalvo (guitarra) y Agustín “Chatrán Chatrán” Spasoff (teclados).

Eran fanáticos del punk rock de Embajada Boliviana. En la década del 90, el casete se conseguía en la agencia de autos donde trabajaba el papá del bajista. “Todo muy casero, rústico y artesanal. Me acuerdo de ir a mi casa después de la escuela, ponerlo en el radiograbador, escuchar eso y descubrir toda una cosa tan genial”, recuerda Santiago.

Conocer una banda platense que grababa sus propios discos con pocos recursos fue el impulso necesario para “ir más allá”. En un mundo sin redes sociales y donde Buenos Aires parecía un lugar lejano, la ambición tenía que ver con “salir a tocar” y que la gente los escuche.

El grupo de indie rock se convirtió así en uno de los emblemas del movimiento independiente. Publicaron cuatro discos: Él Mató a un Policía Motorizado (2004); La Dinastía Scorpio (2012); La Síntesis O’konor (2017); La Otra Dimensión (2019) y cuatro EPs (Extended Play): Navidad de Reserva (2005); Un Millón de Euros (2006); Día de los Muertos (2008); Violencia (2015).

Desde que empezó la pandemia hicieron algunos streamings, pero parte de la esencia identitaria de la banda de tocar en vivo se perdió.

-Es muy importante todo lo que pasa abajo del escenario. Toda esa cosa festiva, sin distanciamiento, donde la gente se abraza, baila, canta…sentimos que tocar sin eso no funciona.

No me dejes así

Quiero volver a empezar

Este día lo perdí

Otra vez lo dejé ir

En el escenario, las figuras de sus cuerpos completamente oscuros se pierden entre las luces blancas y azules mientras su voz -aterciopelada, tierna y firme- inunda el espacio. Él Mató tiene influencias que van desde el punk clásico de Los Ramones a uno más alternativo como Sonic Youth.

-Lo que más disfruto en la vida, en la existencia, en esto de estar vivo es cantar. Ya sea cantar arriba de un escenario o estar cantando en mi casa, en la ducha.

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Santiago Motorizado también es artista gráfico, al igual que su hermano mayor. Estudió en el Bachillerato de Bellas Artes, una de las escuelas secundarias que pertenecen a la Universidad Nacional de La Plata. Cuando era chico, se le daba bien el dibujo figurativo, es decir, la figura humana. Por eso, su mamá y su papá -ambos ingenierxs- decidieron anotarlo para que desarrolle esa veta artística. Hoy, esa habilidad convive con su proyecto musical para el que diseñó algunas de las tapas de los discos de Él Mató.

La pandemia dejó muchos espacios vacíos. El desamor. Barajar y dar de nuevo.

La nostalgia de los shows en vivo y de las giras lo llevó a tomar otra decisión. Se mudó a Capital -CABA-, donde encontró la “dinámica de lo infinito” y de lo “imposible de abarcar” que en otro momento le daba viajar.

El ritmo desacelerado que cobró Él Mató, le permitió imprimirle mayor fuerza a su proyecto solista. En julio de 2021 lanzó una canción en colaboración con Palo Pandolfo, “Tu amor”, quien falleció pocas semanas después.

Al lado del piano en el que Fito Paez toca “El Tesoro” -una canción de la banda platense- en el teatro Margarita Xirgú, Santiago Motorizado permanece de pie con una mano sosteniendo el micrófono y la otra en el bolsillo de su pantalón negro que hace juego con su campera también oscura.

Pero él no está ahí como el cantante y compositor que llevó a uno de los íconos del rock argentino a hacerse “fan”, como él mismo contó antes de presentarlo. Santiago no puede ocultar nada. Lo mira tímido y sonríe. “Te quiero Fito”, murmura entre letras.

De la misma manera, Santiago llegó a la alfombra roja de los Premios Latin Grammy de 2018 en Las Vegas -por el que La Síntesis O’Konor fue nominado a Mejor Álbum de Rock y Ahora imagino cosas a Mejor Canción de Rock-.

Con los brazos y las piernas cruzadas, todo vestido de negro, responde las preguntas de lxs presentadores de TNT entre un tumulto de gente que viste de traje y que compite por el mejor vestido.

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Voy a quedarme un poco acá

Cuidarte siempre a vos en la derrota

Hasta el final, el final

Podría decirse que la pandemia también fue una especie de regresión. Una regresión hacia lo perdido hace mucho tiempo.

“En los primeros meses decía: ‘Qué ganas que tengo de ir a un bar a tomar cerveza con mis amigos’, y era un pensamiento básico porque no podíamos salir. Pero después pensaba: ‘No es que no lo puedo hacer por la cuarentena, esto no lo hago hace cinco años o más’”, dice la imagen de Santiago Motorizado en la pantalla que oculta su cara por el contraste de la luz, al igual que en sus recitales. Los que todavía no volvieron.

Quizás, cuando las luces se enciendan sobre el escenario de Él Mató, Santiago se encuentre con eso que lo tracciona. O, quizás, ya no esté ahí. Y eso solo sea una búsqueda constante e inalcanzable en la dinámica de lo infinito.

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