La última vez que vio a María Elena Walsh, ella le advirtió, débil, desde la cama de la clínica de Palermo en la que estaba internada: «Tengo algo importante que decirte». Acordaron que sería en la próxima visita, pero no hubo próxima. La escritora y compositora murió horas después, el 11 de enero de 2011, y dejó a Maximiliano Walsh, su sobrino nieto, colmado de preguntas. Todavía no puede responderlas. «Si era un pedido especial
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