Se subió al escenario con una túnica blanca e hizo escuchar un pasaje de su premiada Chamamé. Su decir era entre leído y rapeado. “Enseguida me cautivó su forma de comunicarse, y pasado un rato, noté que lo cautivante también era su texto. En ese momento pensé: ‘En poco tiempo este pibe va a ser conocido’, porque su potente literatura (sumada a su personalidad) tenía que terminar de imponerse”, cuenta Claudia Piñeiro, quien conoció a Leonardo
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