Costó encontrar la casa. Es amena, amplia, prolija, natural y acogedora. Como Lydia. Nos esperaba para hablar de libros. De cómo había tenido que desprenderse de los “libros peligrosos” en el setenta y pico. De cómo ese miedo profundo que nunca había sentido, ni volvió a sentir, la trajo a Varela, un paraje casi tan alejado como el fin del mundo. Lydia nació en 1942 en Buenos Aires, pero pasó sus primeros años en Santa
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Mansfield
Vuelvo a estos diarios. Siempre vuelvo por algún motivo. A veces para leer fragmentos en una terraza de Buenos Aires casi llegando el final del verano. Otras veces para tomar notas, otras para dormir acompañada. Un día descubrí que esta antología funciona como un oráculo. Por ejemplo ahora, que abro el segundo volumen por la página 143 y leo a Iosune de Goñi: “Quién habla a través de mi boca”. Entonces cierro el libro y