Escribo encerrado en un edificio y me pregunto quién sostiene el telón de este gran teatro vertical que comienza en la terraza del tanque de agua y desciende hasta el segundo subsuelo de cocheras, olores a gases, bauleras y sombras. O al revés, de abajo hacia arriba: en definitiva la vida te da vuelta cuando quiere. Tal vez seamos relojes de arena, o fotocopias doble faz. De un lado la muerte, del otro la vida.
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