Sobre Calles y otros relatos, de Stephen Dixon
Por Isabel-Cristina Arenas
“Eugene Randall se apuntó con el arma en la boca y disparó”. “Mi mujer muere. Me he quedado solo”. “Quieren quitarme la pierna. Cortármela a ras de la cadera”. “Entro en el departamento. La están violando”. Estos son algunos inicios de los relatos de Stephen Dixon. Directos al lugar en donde nacen las emociones. De ahí para adelante se desarrolla una historia de la que no es posible despegarse.
Hace once años trabajé en un hotel de un pueblo de casinos en Laughlin, Nevada. Una tarde casi al acabar el turno de housekeeping un amigo con el que compartía casa, viaje y cansancio, subió a buscarme al pasillo del hotel y me dijo que en una de las habitaciones asignadas en su turno un hombre se había disparado. Cerramos el cuarto que yo estaba limpiando y bajamos de inmediato. Los letreros de Do not disturb son usados según la ocasión y el housekeeper no debe entrar si el letrero está puesto. Sin embargo, hay excepciones. El huésped del disparo se había pasado de su hora de check out y la jefa del piso decidió abrir la puerta. Hasta ahí llegó la historia, lo demás es imaginación. Nadie nos contó quién era, nadie oyó el disparo. No había sangre saliendo de la puerta, pero sí mucha gente tratando de averiguar qué había pasado. Los empleados más antiguos nos contaron por qué todas las ventanas de los hoteles del pueblo tenían mallas de metal, “así se descartan los que quieren saltar”. Después vimos llegar al encargado de “esos casos”. Blue Code, creímos haber oído. Yo me quedé pensando en las diferentes versiones del huésped sin rostro y hace poco encontré la definitiva en el cuento “Historias del 14” incluido en la selección de Calles y otros relatos de Stephen Dixon. Caso cerrado.
Una ficción que completa un hecho real. “Historias del 14” es preciso, sin los vacíos de la memoria que tiene la realidad. Este relato salta de personajes y de espacios como al ver una película, un “mientras aquí pasa esto, allá pasa lo otro”. El tiempo es la base de las narraciones de Dixon. En “Adiós al adiós” un hombre cuenta —se cuenta— el abandono de su esposa en diferentes versiones, en “Hora de irse” un padre sigue a su hijo por todo Nueva York e interrumpe cada una de sus acciones. Depende del momento o del lector se puede llegar hasta las lágrimas con las palabras de despedida.
Stephen Dixon habla de la muerte, del egoísmo, del amor, la ironía y la locura. ¿Quién no ha visto a un mendigo en la calle, quién no ha tenido una ruptura amorosa? Un hombre da por error el reloj de bolsillo de su padre como limosna en “El reloj”. Un niño de cinco años cae de un décimo piso mientras alguien se para justo debajo para evitar su muerte en “El rescatador”. Un hombre quiere olvidar a su mujer recién fallecida y decide acabar literalmente con todo lo que se la recuerde en “La firma”. ¿Cuán miserable puede llegar a ser una persona, cuánto amor se puede sentir por la pareja, por un padre, por un hijo, cuál es el límite de la cordura? Sus historias van directo a la amígdala del cerebro.
Stephen Dixon es un secreto. El estadounidense (Nueva York, 1936) ha pasado casi desapercibido para muchos lectores. Stephen Dixon también es una isla, como lo dice Rodrigo Fresán quien escribe el prólogo de Calles y otros relatos. “Sus novelas no son novelas exactamente, los cuentos no son exactamente cuentos, unas y otros son otra cosa, esto determina su condición insular”. Este autor ha escrito más de veinte libros de ficción, entre ellos: No Relief, 1976; 14 Stories, 1980; Movies, 1983; Time to Go, 1984; The Play, 1989; de los que Eduardo Berti ha seleccionado la muestra de Calles y otros relatos.
Título: Calles y otros relatos
Autor: Stephen Dixon
Páginas: 192
Editorial: Eterna Cadencia
ISBN: 978-987-712-023-3
Tu comentario tuvo un efecto inmediato: me convertiré en un asiduo lector de Stephen Nixon. Gracias por presentármelo. Saludos desde Ciudad de México. Gabriel.
Eso es mérito de nuestra colaboradora Isabel-Cristina Arenas. ¡Saludos Gabriel!