Jaron Larner

Seducción y abandono en la red

 Sobre ¿Quién controla el futuro?, de Jaron Lanier.
Por Roberto Reale

Jaron Larner

Fuente: publishingperspectives.com

Jaron Lanier, un tecnólogo y controvertido investigador de Microsoft Research, que asesoró en 2001 a los escritores de la película dirigida por Steven Spielberg, Minority report, presenta su visión heterodoxa para lograr una economía de la información humanista, analizando lo pernicioso de la situación digital para la clase media.

En el libro ¿Quién controla el futuro?, este experto en informática, repasa aspectos sombríos de las redes digitales, como la marginación de las personas y su propensión a la destrucción de los empleos de las clases creativas. Explica cómo el software se engulle a periodistas, fotógrafos y músicos, desmoronando la llamada por el BID, economía naranja. Identifica a los actores principales que causan esos efectos negativos con una terminología nueva, “servidores sirena”, haciendo referencia a los encantamientos en el mito de Ulises. Los define como ordenadores de elite que presiden las interacciones a la distancia, actúan como planificadores centrales e influyen sobre el mundo humano para ajustarlo a su propio modelo, generando una extrema asimetría de la información respecto de los usuarios y recopilando datos de la red sin tener que pagar por ellos. Son “antifrágiles” en el sentido definido por Taleb. 

En este mundo, es más poderoso el que tiene el equipo más potente. Entre ellos, menciona a Facebook y Google. Pero Lanier también incluye a redes operadas por instituciones financieras y agencias de inteligencia que crean informes ultrasecretos sobre actividades de terceros. De esta manera, logran ver más del usuario de lo que cada usuario puede ver de cada servidor, que es opaco en su accionar.

El espionaje masivo es oficialmente el principal modelo de negocio de esta economía de la información, sostiene el autor. Algunos de los principales actores son empresas mitad agencia privada de espionaje y mitad agencia de publicidad. Beneficios gratuitos, como correo electrónico, búsquedas en la web o redes sociales, a cambio de que lo espiemos, sería el pacto tácito para utilizar estos servicios digitales.

“Lo que pierde al marinero no es la sirena, sino su propia incapacidad para mantener la cabeza fría”, afirma Lanier y explica cómo las redes digitales encauzan gran parte de la productividad de la gente normal hacia una economía informal basada en el trueque y la reputación, al tiempo que concentran la riqueza tradicional extraída, como dinero y poder.

Para el experto informático, gratis significa que otro decidirá cómo vivimos. Así, la mayoría de la gente “comparte” y los que forman la elite digital ganan fortunas. Estos ganadores, han salido al rescate de profesiones como el periodismo, a las cuales la digitalización y la desmonetización le han demolido sus diques.

Por ejemplo, han ejercido su mecenazgo distintos dueños de “servidores sirena”: Pierre Omidyar, fundador de eBay, que ha financiado First Look, una institución de periodismo de investigación; Chris Hughes, uno de los primeros miembros de Facebook, compró The New Republic; Jeff Bezos, fundador de Amazon, compró The Washington Post, y Carlos Slim, dueño de una empresa telefónica, salvó al The New York Times de la quiebra. Otro ejemplo: Google News España ha dejado de funcionar, porque los periódicos han intentado cobrarle a la empresa por el uso de sus titulares, como si estos no fueran un acto creativo periodístico. Borges decía que el titular tendría que tener relevancia como nuevo género; se ve que para los buscadores, los titulares no lo son, sino que, en realidad, se trata de otro metadato más.

Zuckerberg Fuente: bloomberg.com

Todos los que lleven una vida económica en tiempo real pasarán épocas duras. El dumping de la gratuidad destrozará a los autores y socavará la propiedad intelectual. Según Lanier, si seguimos organizando nuestra vida en torno a las “sirenas”, en dos décadas habrá un desempleo masivo, que empezará por la clase media, acabando con músicos, periodistas y fotógrafos y siguiendo con las clases medias del transporte, la industria, la sanidad, la energía y la educación. Por ejemplo, los médicos no especialistas ya han perdido cierto grado de autodeterminación porque las compañías de seguros médicos, las farmacéuticas y las empresas gestoras de redes de hospitales se hicieron el control de los nodos centrales de las redes. El único puesto seguro es el de propietario de uno de los principales nodos de la red.

Pregúntese, ¿cuál es el valor de su información personal? Ser libre significa tener a nuestro alrededor una zona privada, evitar que nos manipulen con sutileza al ajustar las opciones que se nos presentan. Si este texto estuviera en línea, ¿qué avisos estarían apareciendo ante sus ojos?, ¿Viagra?, ¿Rolex?, ¿terrenos en Calamuchita? Todo de acuerdo a su historial digital.

Cada vez más, la privacidad es un derecho de los poderosos.

 “¿Qué estás pensando?”, interpelan las redes sociales. Tuve ganas de poner en Twitter citas de este libro, como, “Imaginamos que la computación es gratuita, pero nunca lo es” y “todo tiene un precio y en el juego de la entropía, la banca siempre gana”, pero me contuve. En 2010, Lanier dijo: si publican en su blog, en Twitter o en Facebook, lo que yo estoy exponiendo y no le dejan tiempo a su cerebro para digerirlo y sólo reflejan la información, ¿realmente existen como personas?

Google, por su parte, analiza que para este “servidor sirena” los usuarios son el producto y la identidad de los verdaderos clientes, los anunciantes, no es siempre evidente. La tarea de Google es encontrar patrones en el caos. Pone el ejemplo de YouTube, donde podemos subir cosas gratis y, de vez en cuando, podemos obtener un beneficio si alcanzamos un nivel elevadísimo de éxito. De este modo, Google (de quién es parte YouTube y se está convirtiendo en Alphabet, como empresa madre) se queda con todos los beneficios sin asumir costos. Según Lanier, es preciso que seamos “abiertos” para recopilar nuestra información, pero es asimétricamente cerrado respecto de los métodos que utiliza para recopilar nuestra información y usarla.

Facebook, otro “servidor sirena”, espera que introduzcamos desde el principio información relativamente contextualizada. Depredador de MySpace, no quiere que Google acceda a su información. Hace que sea muy difícil abandonarlo y recuperar todas las cosas que hayamos subido en el contexto de la interacción con otras personas. Facebook quiere que tengamos una sola identidad online para que sea más fácil acumular información sobre nosotros e influir sobre nuestras opciones.

Lanier sostiene que Wikipedia desmonetiza a corto plazo la información académica. También hace referencia a Amazon, Apple y al sistema bancario.

Aquí la solución: para evitar el futuro sombrío de una humanidad en estado de somnolencia permanente, sentada, buscando subidones de ego que nos lleven a la autodestrucción, Lanier propone una economía de la información humanista, donde todos cobren por los aportes creativos durante su vida y se contabilicen nanopagos. Muy probablemente, este cambio será liderado desde arriba hacia abajo. El autor explica que esto sería simple con una nueva arquitectura de red, donde los enlaces sean bidireccionales, como propuso Ted Nelson, y se pueda rastrear entre los fragmentos quién es el autor original de una idea.

“Cerca tuyo”, es el eslogan de OLX, un sitio de clasificados online, que me incita a profundizar sobre cómo los “servidores sirena” presiden a la distancia, rompiendo con las ventajas de la localidad de otros competidores o actividades tradicionales. Otro efecto es el llamado la seducción de la seducción. Es decir, el impacto sobre nuestras mentes para manejarnos con bucles de retroalimentación ultrarrápida que juegan con nosotros, dejándonos ver la recompensa a la que aspiramos, sin permitir nunca que la obtengamos. Por ejemplo, citado por nuestro experto, tenemos a Klout, un sistema de reputación online.

También como tecnólogo, confieso que extraño el futuro y que me cuesta recordarlo cómo solía ser. Por eso le sugiero, no se asome si lo llaman por su nombre o sus amigos le dicen que se está perdiendo las últimas fotos de sus vacaciones en Instagram. Así funcionan los “servidores sirena”, con el efecto atractivo de red y luego con características punitivas.

Recientemente, cerré mi cuenta de LinkedIn y dejé de publicar en Twitter, no tuve activo un sitio de Facebook y no conozco Whatsapp; sin embargo, sí uso un Smartphone lleno de sensores, cámaras y GPS. Hoy la privacidad, la identidad online y la seguridad son presas de una fauna de intereses remotos que desean tomar el control de nuestra vida informacional de la que deberíamos tener más conciencia.

Google

Fuente: elandroidelibre.com

Le recomendaría al autor dos temas para su próximo libro. El primero, la referencia a la Internet de las Cosas, y cómo la domótica será parte de nuestra vida, como hoy nuestro teléfono móvil. Google avanzó comprando la empresa Nest, que produce este tipo de sensores inteligentes. El segundo tema, es la robótica. En este momento, en Naciones Unidas se está debatiendo acerca del uso de robots con capacidad letal autónoma (LAWS por sus siglas en inglés). Se propone una prohibición cómo se ha hecho con las armas químicas, con el uso del láser con efecto cegador sobre los prisioneros de guerra y la utilización de armas nucleares desde satélites. Científicos, entre los que se encuentra Stephen Hawking, lideran esta iniciativa. Un ejemplo del avance de estos robots es el desarrollado por la empresa coreana Samsung, el SGR-1.  En robótica, aunque Google ha también ido al frente comprando Boston Dynamics, empresas francesas como Nexter, no se quedan atrás con su modelo Nerva, que puede estar mirándolo en este momento. Localmente, sugiero acrecentar la incorporación de la enseñanza de robótica en nuestras escuelas secundarias, como hace Robot Group.

Jaron predica hoy con el ejemplo, aunque fue uno de los promotores de apertura a las redes y otras aventuras digitales, como Second Life. Tiene un sitio web en HTML básico y desgarbado y no publica llamativamente en las redes sociales. Prefiere escribir este libro y defiende el valor emocional del papel. Considera que los libros no son objetos, sino la síntesis de una personalidad humana plenamente realizada. La obra está redactada en un tono profético, propio de uno de los padres de la realidad virtual y del estilo imperante en Silicon Valley. Me pregunto qué opinará Lanier del modelo reciente de entrega gratuita de Windows 10.

Lanier no valora más la construcción colectiva del conocimiento que la individual. Luego de su crítica a la mentalidad de enjambre, en su anterior libro Contra el rebaño digital, donde no se salvan ni Linux, ni Wikipedia, retoma su heterodoxia para cuestionar nuestro presente digital y plantear una solución para un futuro que deberemos crear. Lo sintetiza la frase siguiente: “Le gustaría enviar a un robot programado colectivamente para que mantuviese relaciones sexuales en su lugar porque es mejor que usted, o preferiría mantenerlas usted mismo y mejorar con la práctica? No me responda ahora, póngalo en “sus” redes sociales o, para mayor seguridad, en Ashley Madison”.

El llamado de atención del autor es para que se considere a las personas como originadoras de la información, un activo intangible fundamental para las comunicaciones, los medios y el software. Una información que siempre infrarrepresenta la realidad, pero que, por ser virtual, no deja de ser real.

Un día encontraremos esta aclaración final: “Este texto se ha generado sin intervención humana. Es producto de algoritmos informáticos que han priorizado automáticamente fragmentos según su relevancia”.

Si usted es periodista, fotógrafo o músico, tenga cuidado con los caprichos que puedan reducir su propio valor, como publicar todo en las redes sociales; es más, pruebe estar seis meses sin usarlas para contrastar su humanidad. Si no lo convenzo, lea este libro, que tiene otros asuntos que pueden interesarle. Preferentemente, léalo en papel.

 

Jaron Larner

Título: ¿Quién controla el futuro?

Autor: Jaron Lanier

Páginas: 464

Editorial: Debate

ISBN: 9789873752216

 

 

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