Osvaldo Bayer: «Marlene sigue cantándome todas las noches, justo cuando cierro los ojos y empiezo a soñar»
OSVALDO BAYER
Por Fernando Pittaro
Osvaldo Bayer tiene 88 años, ojos cristalinos y una voz suave pero rasposa que pide disculpas por la demora, mientras arrastra sus pies cansados por un largo pasillo que comunica la puerta de entrada de su casa en el barrio de Belgrano con la cocina. Allí, en un ambiente diminuto y acogedor, conviven pilas de libros con una pared repleta de plantas. “El silencio que guardan me entusiasma. Son seres sabios. Están allí para enseñarnos lo que es la vida y la creación”, asegura Osvaldo.
Un poco en Argentina, otro poco en Alemania, este escritor incansable divide su año en dos semestres: para él los inviernos son porteños y los veranos teutones. Desde donde esté, su voz imprescindible se hace escuchar.
¿Qué significa “el tugurio” para Osvaldo Bayer?
«El tugurio» significa para mí el recuerdo de mi amigo Osvaldo Soriano, él fue quien calificó así mi casa para provocarme y ver cuál iba a ser mi respuesta. Me dijo: «vos vivís en un verdadero tugurio». Yo adiviné su propósito y lo corrí por donde venía y le respondí: «tugurio, me gusta, lo voy a poner en la puerta de calle de casa en un cartelito. Él se sintió descubierto y me dijo: «no reacciones así, fue un chiste, vos sos demasiado alemán y te tomás todo en serio». Le gané esa, y puse el letrero y todavía está. Claro que a veces en situaciones un poco difíciles. Por ejemplo, hace poco me tocaron el timbre tres jóvenes muy bien vestidos. Salí, y se sorprendieron que los atendiera un viejo. Se quedaron como paralizados hasta que uno de ellos reaccionó y con una sonrisita me preguntó: «dígame, don, ¿aquí hay minas?». «No, le contesté- aquí hay solamente libros». Se quedaron mudos. Hasta que les dije: «Bueno, chau», y ellos se alejaron rápidamente.
¿Es “el tugurio” su lugar en el mundo?
«El tugurio» es mi refugio donde paso la mitad del año, y el resto estoy con mi familia en Alemania. «El tugurio» es parte de mi vida porque es un tercio de la vivienda donde pasé mi infancia con mis padres y mis hermanos. Y cuando volví del exilio -mi familia quedó en Alemania- esa casita sirvió de refugio de recuerdos y de creación.
¿Qué tenía de especial Esquel?
Mis padres vivieron en la Patagonia y por el relato de ellos siempre mi sueño fue vivir allá. Cuando volví de mi primer período en Alemania cuando terminé allá mis estudios trabajé un año y medio en el diario «Noticias Gráficas» de Buenos Aires, y luego recibí el ofrecimiento de dirigir el diario «Esquel» de la Patagonia. Allá fui con mi mujer y mis cuatro hijos. Pero me fue mal, fui detenido por la policía a los nueve meses acusado por el dueño del diario de «doble tentativa de homicidio» contra él. Toda una mentira. Lo que pasó fue que el dueño no estaba de acuerdo con la defensa que hice de la gente sin tierra y de los pueblos originarios. A los pocos días de detención fui liberado por falta de pruebas y regresé a Buenos Aires.
¿Cómo se llevan las plantas y los libros?
Mi casa sólo está poblada de libros y plantas. El silencio que guardan me entusiasma. Son seres sabios. Están allí para enseñarnos lo que es la vida y la creación.
Además de notas de prensa, ¿sigue escribiendo? ¿En qué momento?
Además de mis artículos para la prensa, actualmente estoy escribiendo los recuerdos de mi vida. Son muchos. Pasé trece dictadores militares, sufrí cárcel en Esquel y en Buenos Aires, y ocho años en exilio que cambiaron mi vida. Entre tanto escribí once libros. Sigo escribiendo todos los días en el «tugurio» interrumpido sólo por los viajes al interior del país donde doy conferencias, y mis viajes a Alemania a estar con mi familia.
¿Escribió poesía alguna vez?
Sí, mis versos están editados. El libro se llama Los cantos de la sed. Fue editado ya por varias editoriales, entre ellas, la de mi hija Ana. Últimamente, la editorial Continente, ha vuelto a editarlas.
¿Va a escribir su biografía?
Sí, las estoy escribiendo, pero me he equivocado ya que tendría que haber comenzado a escribirla cuando tenía sesenta años. Ahora, ya con 88, la memoria me está traicionando en muchos tramos. Con gran pena creo que voy a abandonar ese trabajo.
¿Cuál fue el mejor escritor que conoció?
El mejor escritor que conocí fue Julio Cortázar. Un genio. Un buen hombre. Un verdadero amigo.
¿De qué entrevista se siente más orgulloso?
La entrevista que le hice a don Jorge Cepernic, estanciero de Santa Cruz, cuyo padre había sido huelguista en el 21. Don Jorge luego llegó a ser gobernador de Santa Cruz.
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
A Evaristo Carriego. Qué poeta. Qué escritor del pueblo.
¿Qué significa ser anarquista en el siglo XXI?
Significa ser defensor del socialismo en libertad. No hay mejor fórmula para la Paz y la Igualdad en el mundo. Ni capitalismo ni dictadura del proletariado.
¿Cómo se la rebusca un anarquista en un país peronista?
Es muy difícil. El peronismo hizo confundir todo. Las luchas obreras quedaron en el aumento de sueldo en las paritarias y los capitalistas pagaron un poco más de impuestos. Las luchas obreras para cambiar el sistema, que costó tantas vidas, quedó en eso y no llegamos a la Igualdad en Libertad. Una muestra de qué sabia es la vida: El peronismo nos llevó al menemismo. Durante el peronismo seguí luchando mediante el diálogo, las conferencias. Pero no fui escuchado. Y bien, como decimos, el peronismo llegó a su punto más alto de defraudación con el peronista Menem, el mejor defensor del capitalismo. El anarquismo jamás entró a colaborar con el peronismo.
Es escritor, docente, periodista, ¿qué siente que es realmente?
Me siento siempre periodista. Anoto lo que veo y lo trasmito. Es ser el mejor político. Informar de acuerdo al progreso y a la Ética. El progreso para todos, se entiende, y no para las clases del poder.
Tradujo a Kafka, Brecht, Mann, entre otros. ¿Cree que la traducción es una nueva obra?
Ser traductor de obras sabias es lo mejor que le pueda ocurrir a un intelectual. Es meterse al fondo de la sabiduría y expresarla. Claro, todo es de acuerdo al libro que se traduce. Siempre elegí al más sabio entre los que me ofrecían. Traducir es escribir de nuevo un libro ya escrito. Es caminar en el sendero de la sabiduría. En ese sentido hay que saber seleccionarlo.
¿Cree en Dios?
No. Creo en la naturaleza. Y el hombre puede llegar a dominarla si piensa en el progreso de todos, incluso en los vegetales y los animales. Llegar a la paz eterna. Al paraíso en la tierra. Pero nos falta mucho para eso.
¿Se acuerda qué sensaciones tuvo el primer día que llegó a Alemania?
Al llegar a Alemania, en plena juventud, me hice pacifista a ultranza. Me di cuenta de la crueldad de la guerra y la posguerra. Aprendí que las únicas que luchaban por la vida en la posguerra eran las mujeres, principalmente las mujeres con niños pequeños, mientras los hombres se debatían en la depresión.
¿Qué enseñanza le dejó la posguerra?
Me enseñó el no a la violencia. Sí a la palabra, al encuentro, llegar a una solución antes que la bala o la bomba a las ciudades. Me enseñó la inutilidad y el crimen que es la carrera militar y el doble juego de la política falsa, aquella que en vez de solucionar el problema de todos busca solamente su provecho.
¿Cómo es estar en el exilio, sentirse parte de dos mundos?
El exilio. Lo injusto. Pero mejor que la muerte. El tener que abandonar todo porque un político o un policía lo han puesto en una lista. Cambiar la vida familiar. Empezar de nuevo, para los hijos y la mujer, también. Lo injusto. Resuelto por un par de miserables en el poder por la fuerza de las armas.
Lo qué más extraña cuando está en Alemania y lo que más extraña cuando está en Argentina.
Lo que más extrañaba de la Argentina en el exilio eran sus distancias, sus paisajes de silencio pero también los lugares de la infancia, de la adolescencia, los amigos. En recorrer, sí, los lugares cuando uno era niño y adolescente y no tener el café de enfrente. Vivir lo vivido.
Marlene Dietrich: ¿sigue siendo la mujer de sus sueños?
Marlene sigue cantándome todas las noches justo cuando cierro los ojos y empiezo a soñar. La mujer.
¿Cree que las mujeres han realmente avanzado en sus conquistas o que siempre habrá algo que las relegará?
La mujer moderna tiene una vida difícil. Más cuando es profesional y madre a la vez. Por un lado, como madre debería dedicarse profundamente a criar sus hijos. Y darle todo el amor y la ubicuidad en la vida. Como profesional lamentará siempre no poder dedicarse más tiempo a sus hijos pequeños. Todo depende de ellas, de su espíritu de lograr todos los derechos pero no olvidar que la maternidad depende de ella. Tema a discutir en todos los congresos femeninos. El hombre debe tener en cuenta este profundo problema y ayudarla.
Si dependiese de usted, ¿a quién le hubiese dado el nobel de Literatura?
El Nobel de Literatrura se lo hubiera dado a Dostoievski (en ausencia)
¿Qué es la literatura para usted? ¿Lo ayudó a ser mejor persona?
La literatura es la mejor ciencia para aprender de la realidad y la imaginación. Más que la religión, la literatura nos ayuda a navegar, a soñar, a llegar a soluciones. Para simplificar, aunque se rían, para ser buenos.
¿Podría dejar de escribir?
No. No. No.