Los cronistas más reconocidos de Hispanoamérica de los últimos años son entrevistados por Juan Cruz en Literatura que cuenta (Adriana Hidalgo, 2016).
Con el Nobel de Literatura de 2015 concedido a Svetlana Aleksiévich se ratificó la importancia que el periodismo narrativo ha tomado en los últimos años; la no ficción como mecanismo para contar el mundo, sin prisa, usando las herramientas de la literatura. Juan Cruz Ruiz (Tenerife, España, 1948), director adjunto de El País de España, decidió entrevistar en profundidad a algunos de los cronistas más representativos con el fin de conocer los orígenes de su vocación, las primeras historias que escucharon y narraron, y las experiencias que han marcado sus carreras hasta llegar a ser hoy referencia obligada cuando se piensa en crónicas.
En Literatura que cuenta (Adriana Hidalgo, 2016) Leila Guerriero, Juan Villoro, Jorge Hernández Díaz, Alberto Salcedo Ramos, Martín Caparrós, Héctor Abad Faciolince, Josefina Licitra, Juan José Millás, Manuel Vincent y Elena Poniatowska, son los entrevistados y tienen en común la pasión por su oficio, la curiosidad y la paciencia. Ser cronista no es un trabajo que acepte prisas: encontrar la mirada para contar y cómo hacerlo es una tarea que lleva tiempo. Juan Cruz busca conocer sus secretos para satisfacer su “envidia de escritura”, que afirma ser la principal razón para escribir este libro. A su prólogo lo llama “declaración de principios”, y confiesa que lee a otros periodistas para saber cómo es su cocina de escritor.
¿Por qué las palabras independencia y libertad tienen un significado muy radical para Leila Guerriero?, ¿cuál es la importancia de su abuela alemana, Anne? Juan Cruz dice que esta cronista argentina siempre tiene el ceño preocupado por el minuto siguiente. Es una entrevista larga y detallada, imperdible, lecciones magistrales de una de las grandes que ha sabido mantener su puesto y buen nombre ganado a punta de buenas historias. Leer a Cruz para saber, por ejemplo, qué ha vivido el mexicano Juan Villoro para que pronuncie la frase: “Hoy soy un bígamo feliz, porque he logrado juntar la literatura y el periodismo que para mí son las mejores palabras del mundo”; sin duda tendrá mucho que ver con la importancia que Villoro le ha dado a la curiosidad, esa que espera no perder nunca: “escuchar a otro como si fuera un pacto con el diablo”.
Juan Cruz afirma que en su libro faltan más cronistas, pero que no sobra ninguno de los que aparecen allí. Por ejemplo, Alberto Salcedo Ramos cuenta cómo oye imágenes y construye las escenas de sus historias; él afirma que “la gracia de escribir es trabajar mucho para que no se note lo mucho que trabajamos”. No falta Martín Caparrós, referencia obligada cuando se habla de crónica. Él comenta que los periodistas ya no tienen el monopolio de la información, y que ahora su trabajo no es la inmediatez, sino el análisis serio, profundo y reflexionado que no puede hacer cualquiera. Además, dice, espera ver la evolución de la crónica que, según él, será multimediática.
Héctor Abad Faciolince es reconocido por El olvido que seremos, una historia familiar sobre el asesinato de su padre, con la que muchos colombianos “se sintieron vengados de la única manera que uno se puede vengar dignamente, con las palabras y las ideas”. Entre los más jóvenes de los entrevistados está la argentina Josefina Licitra, de la que Juan Cruz afirma sorprenderle su madurez de estilo y consistencia en el ritmo. Con las entrevistas se puede descubrir qué ataduras personales y del oficio se han quitado los españoles Juan José Millás y Manuel Vincent, y cómo han encontrado así su voz. Y finalmente, a modo de epílogo, Elena Poniatowska, “una enciclopedia de cómo hacer crónica”, cierra la serie con una sonrisa.
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