Por Selva Almada
(1) ¿Cuál es tu libro pendiente más vergonzoso?
Los Sorias, de Alberto Laiseca. Él considera esta novela su obra más monumental y de hecho lo es, al menos por la cantidad de páginas, porque es la novela argentina (sino latinoamericana, no recuerdo bien) más larga. Laiseca es mi maestro y siento que le debo esa lectura.
(2) ¿Cuál es tu T.O.C. en la vida cotidiana? ¿y tú T.O.C. como escritora?
En la vida cotidiana no lo tengo identificado, en general no soy una persona obsesiva. Como escritora, quizá el primer párrafo: puedo escribirlo decenas de veces hasta que me conforma y hasta que no me conforma no puedo seguir con el resto, aunque ya lo tenga todo en la cabeza.
(3) ¿Alguna vez robaste un libro?; ¿cuál, dónde y por qué?
A un amigo. La piel de caballo, de Ricardo Zelarayán. No es que se lo robé: me lo prestó y después decidí no devolvérselo sin culpa, pues antes él lo había robado de la biblioteca de una escuela. El que roba a un ladrón etcétera.
(4) ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer y por qué?
2666, de Roberto Bolaño. Lo empecé y me aburrió mortalmente. Decidí pasar a la parte de los femicidios directamente (que era lo que me interesaba del libro) y también me fui distrayendo, leyendo otras cosas, y así fue quedando sin terminar de leer. Lo que no quiere decir que no vaya a volver.
(6) ¿Qué premio no estarías orgullosa de recibir?
No sé. Nunca gané premios así que no sé qué se siente.
(7) ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?
Ni idea. Supongo que mamá como casi todo el mundo.
(8) ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿y la más odiada?
No tengo una palabra favorita, pero me gusta mucho como suena la palabra «colibrí». Tampoco siento odio por alguna, pero el verbo «fallecer» me irrita un poco, me parece poca cosa para decir de alguien: falleció, como si esa vida hubiese pasado sin pena y sin gloria. Me parece una palabra tibia.
(9) ¿De qué título te hubiese gustado ser autora?
De Mientras agonizo, de Faulkner.
(10) ¿Cuál es el libro que más has subrayado?
Nunca subrayé ni marqué un libro. Cuando leo un pasaje genial, confío en que después lo recordaré aunque nunca ocurre.