(1) ¿Cuál es tu libro pendiente más vergonzoso?
Los siete tomos del Manual del Alumno Bonaerense (Kapelusz).
(2) ¿Cuál es tu T.O.C. en la vida cotidiana? ¿y tú T.O.C. como escritor?
No mezclo los asuntos del día con los de la noche. Dramatizo la regla negándome a tomar alcohol antes de las 20 hs y mate después de las 19 hs. Escribo con un timer de chef para levantarme de la silla cada una hora, pero nunca me levanto.
(3) ¿Alguna vez robaste un libro? ¿Cuál, dónde y por qué?
Muchas veces. El primer libro que robé fue Bouvard y Pecuchet, a los 15 años, en el Supermercado Mastromauro de Junín, y lo hice porque pintó, sin que tuviera la menor idea de quién era Flaubert. La pregunta policial que hay que hacerse es qué hacía ese libro en ese lugar. Pero mi mejor momento fue en la Feria del Libro de 1984, donde robé en cantidad para mí y para mis amigos, y no me sentí un ladrón sino un distribuidor del Centro Editor de América Latina (el stand damnificado).
(4) ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer y por qué?
Uno que leí muchas veces: El fiord, de Osvado Lamborghini. No lo termino porque tiene una escritura regenerativa. Le cortás la cola y le crece otra.
(5) ¿Qué premio no estarías orgulloso de recibir?
El Gran Premio Carlos Pellegrini del Hipódromo de San Isidro.
(6) ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?
Es posible que haya sido la palabra «no».
(7) ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿y la más odiada?
Estreptocarbocaftiazol. Desconozco la experiencia del odio.
(8) ¿De qué título te hubiese gustado ser autor?
De algún clásico anónimo y, si fuese posible, cobrando las regalías.
(9) ¿Cuál es el libro que más has subrayado?
Borges, de Adolfo Bioy Casares. Sus 480 m2 de superficie se prestan a cualquier récord.
(10) ¿Recuerdas dónde y en qué época leíste ese libro?
Recuerdo que no me podía desprender de él, lo que me hace olvidar el dónde y el cuándo.
(11) ¿Qué frase recuerdas haber subrayado y que haya quedado grabada en tu cabeza?
Si subrayé frases fue para no cargarlas en la cabeza. Las grabadas sin subrayar se van desmagnetizando. Quedan las del pasado inmediato, entre ellas una de Clarice Lispector que leí ayer: «te amo como al tedio de un feriado».