Fotografía: Alejandra López
(1) ¿Cuál es tu libro pendiente/postergado más vergonzoso?
Son muchos, porque la vida es finita y no creo en planes obligatorios de lectura. Más aún, me interesa más la reacción verdadera y secreta de lector desprevenido que puede provocar el encuentro con un “clásico obligado”, algo sobre lo que pocas veces se comenta. Es gracioso, por ejemplo, leer lo que dice Martin Amis sobre el Quijote cuando finalmente decide acometerlo como si fuera otro libro cualquiera. O el leve desprecio de Patricia Highsmith, cuando observa que a Crimen y castigo le sobran muchas páginas. O las ironías letales de Borges sobre Joyce y Goethe y aún sobre Shakespeare… Por mi parte, por ejemplo, intenté varias veces empezar el Ulises de Joyce y nunca llegué muy lejos… Y de Guerra y Paz nunca llegué a la paz… Algo similar me ocurrió con Bajo el volcán, de Malcom Lowry, un clásico de mi generación: lo empecé tres veces y las tres veces lo abandoné cada vez con menos culpa antes de la página 50. También, aunque más raros, son los reencuentros. Me ocurrió con La montaña mágica, de Thomas Mann: lo empecé en la adolescencia y lo abandoné con incomprensión y aburrimiento en la página 750 (faltaba providencialmente esa página en el ejemplar y fue una buena excusa para dejarlo). Años después me quedé en una playa sin lectura y en la única librería del pueblo allí estaba esperándome el gran ladrillo, para una segunda oportunidad. Esta vez lo leí desde el principio otra vez, en una semana absorbente y fue una experiencia mucho más feliz.
(2) ¿Cuál es tu T.O.C. en la vida cotidiana? ¿y tú T.O.C. como escritor?
En la vida cotidiana, ¡ay!, me mordisqueo los pellejos de los dedos. Como escritor me preparo constantemente té o café. Me sentí muy identificado con un título de Chitarroni: Mil tazas de té.
(3) ¿Alguna vez robaste un libro?; ¿Cuál, dónde y por qué?
Sí: una vez, un libro en la Feria del Libro, la obra literaria completa de Rodolfo Walsh. No es algo de lo que me enorgullezca, ni siquiera entonces, y mucho menos ahora. No estoy seguro si cuentan los que me bajé gratuitamente desde que tengo Kindle… Pero prometo leerlos a todos para rebajar mi condena.
(4) ¿Cuál fue el último libro que no pudiste terminar de leer y por qué?
Últimamente termino casi todos los libros que empiezo, porque hago un primer filtro rápido en las primeras páginas. Pero debo decir que me costó mucho terminar Cosecha Roja, de Hammet (otra de mis lecturas pendientes); a partir de la mitad, me pareció inverosímil, mecánico y aburridísimo.
(5) ¿Qué premio no estarías orgulloso de recibir?
El premio a la obediencia debida literaria.
(6) ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?
No sé, nunca lo pregunté y ahora ya es tarde, porque los testigos directos no están, pero seguramente sería Ajó, má, papa, profundidades de ese tipo.
(7) ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿y la más odiada?
No tengo fetichismos con las palabras: cada una pesa y vale dentro de cierta atmósfera, y es en un entorno construido y deliberado de otras palabras donde refulgen o hieren o provocan. Sí hay palabras que trato de evitar cuando escribo: deliciosa, fantasiosa, sabrosa, apetito, coqueta, aroma, cabello. Pero si tuviera que evocar literariamente a mi abuela y su forma de hablar, las pondría a todas.
(8) ¿De qué título te hubiese gustado ser autor?
Si es solamente del título, muchísimos. Para mencionar algunos, que me vienen a la memoria:
La tierra permanece
Todo verdor perecerá
Trenes rigurosamente vigilados
El juguete rabioso
Los lanzallamas
Nadie nada nunca
La bestia en la jungla
Las armas secretas
Oscura monótona sangre
Tesis sobre un homicidio
Todos los hombres son mortales
El día de los trífidos
Viaje al fin de la noche
El buscador de finales
El espía que vino del frío
La amada inmóvil
Si una noche de invierno un viajero
El libro de un hombre solo
El asesinato como una de las bellas artes
La mancha humana
Demasiada felicidad
Que el mundo me conozca
La soledad del corredor de fondo
El matrimonio del cielo y el infierno
(9) ¿Cuál es el libro que más has subrayado?
En general subrayo, anoto y discuto mucho con los libros de filosofía, no tanto con los de ficción. Aquí, por ejemplo, La ciencia de la lógica, de Hegel.
(10) ¿Recuerdas dónde y en qué época leíste ese libro?
Lo leí el año pasado, en distintos cafés de mi barrio…
(11) ¿Qué frase recuerdas haber subrayado y que haya quedado grabada en tu cabeza?
Una frase de Un artista del hambre, de Kafka, que usé en La muerte lenta de Luciana B. : “No como porque no hallé alimento que me guste: me hartaría igual que ustedes si lo encontrara”.
«Si una noche de invierno un viajero…» es, tal vez, el título perfecto para un libro. Ya que manifiesta todo un climax con solo una frase.