Por Jorge Carrión
Fotografía: Magdalena Siedlecki.
(1) ¿Cuál fue la primera palabra que pronunciaste?
No lo sé. Podría llamar a mi madre, supongo que dirá “mamá”, pero eso sería un tópico. Tal vez sea más interesante otro detalle de mi primera infancia: escribí todas las paredes del comedor. Garabatos, por supuesto. En aquellos tiempos las casas españolas se forraban con papel. Fue mi primera novela. La más críptica y conceptual.
(2) ¿Cuál es tu palabra preferida? ¿y la más odiada?
No tengo. Hay muchas que me gustan, como “jade”, como “Maya”, como “aura”. Muchas que me disgustan, como “colateral”, como “realismo”.
(3) ¿De qué título te hubiese gustado ser autor?
De muchos, de demasiados. Por ejemplo, de Austerlitz de Sebald o de La Regenta de Clarín (ese “realismo” sí me gusta).
(4) ¿Cuál es el libro que más has subrayado?
Sería una difícil competencia. Uno de los más subrayados es mi ejemplar de Sobre la historia natural de la destrucción de Sebald. Pero hay que tener en cuenta que escribí mi tesis doctoral sobre ese autor: todo lo que leía me parecía muy significativo.
(5) ¿Recuerdas dónde y en qué época leíste ese libro?
En Barcelona, en algún momento de inicios de siglo. Pero, a diferencia de otras lecturas, no tengo su escena bien dibujada.
(6) ¿Qué frase recuerdas haber subrayado y que haya quedado grabada en tu memoria?
“La atención es la oración natural del alma” de Walter Benjamin.