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Loriga: “Busco historias con estructuras como las del jazz”

El escritor español acaba de publicar Rendición, la novela que ganó este año el Premio Alfaguara. Acá habla de sus obsesiones y sus aspiraciones como autor.

ray-loriga-05-©magdalena-siedlecki-2017Ray Loriga tiene buena memoria. Puede recitar los versos más bellos del músico y poeta Leonard Cohen o imitar el sonido del jazz de Miles Davis o pronunciar las partes que quiera de sus propios libros. Como el comienzo de Rendición, su última novela, que arranca así: “Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso ya casi no nos queda”.

Ray Loriga está obsesionado con la identidad, con entender al ser humano en todas sus caras. Con conocerse. Con comprender cómo una misma persona, que elige un oficio que sucede en la soledad más tenue, el de escribir, puede después, y por ese mismo oficio, convertirse en todo lo contrario, en un locuaz incansable que no para de conocer gente, ciudades, autores.

Su verdadero nombre es Jorge Loriga Torrenova. Nació el 5 de marzo de 1967 en Madrid, España. Además de escritor, es guionista y director de cine. El arte lo lleva en los genes: es hijo de un ilustrador y de una actriz. Sobre él dicen que está emparentado con la Generación Beat de Raymond Carver, Jack Kerouac y Charles Bukowski, todos escritores estadounidenses que se oponían a los valores tradicionales de su país. Que su literatura tiene mucho de música. Que tiene mucho de cine.

Ray Loriga escribe desde hace más de 25 años. Su primer libro publicado fue Lo peor de todo en 1992. Le siguieron Héroes, Caídos del cielo, Tokio ya no nos quiere, Trífero, Ya solo habla de amor, Sombrero y Mississippi, El bebedor de lágrimas, Za Za, emperador de Ibiza y Rendición, que salió este año y ganó el Premio Alfaguara de Novela. Es la historia de una guerra, de un traslado, de la añoranza, de una pérdida, de la ausencia. Es la historia que no se quiere contar, la de la manipulación, la del descaro, la de la mirada ajena, la de la debilidad del hombre. La que duele. La mísera. Es la búsqueda incansable de ser.

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¿Cuál es el origen de esta historia?

No tengo un momento, no sé qué día fue, si en un tren, en una avión, en casa. Me imaginé un tono de esa voz y fue hace siete años. Después escribí otras cosas, hice un guion para una película. Pero seguí dándole vueltas a eso, trabajando. Había algo en esa voz que me salió desde el principio. Con esa frase de arranque sobre el optimismo. Empecé a tirar por ahí, escribí las primera 20 páginas de un tirón. Pero esa voz me llevaba en una dirección y luego empezaron a permear los temas como las redes sociales, la vida pública, el estar viviendo impúdicamente ante los demás, los límites de la identidad. Se fueron sumando como si estuvieran en el éter, en la atmósfera y fueron cayendo como la lluvia.

¿Ya sabías cuando te sentaste a escribir cómo seguía el libro?

Lo de la ciudad transparente lo sabía. Sabía que los iban a trasplantar porque empecé con la idea de Los viajes de Gulliver, entonces, para entrar en el tema que me interesa, que es la identidad, los necesitaba. ¿Quiénes somos realmente? ¿Somos contexto? ¿Reflejo de nuestro grupo, de la mirada de los otros? La guerra fue la manera de moverlos.

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¿Por qué no hay muchas precisiones?

No quería todo eso. Es una intención, absolutamente. Es la intención de algo ridículo y ambicioso como lo universal. Pero universal, atemporal y ageográfico pero íntimo. Intenté que fuese una aventura íntima. Ese era el lugar al que quería llegar. Lo de las descripciones de los personajes es muy curioso. En mis novelas no hago descripciones físicas porque me gusta que cada uno se imagine. Creo que los detalles a veces limitan mucho. Además me gusta el trabajo del lector, que tiene indicios que lo ayudan a construir.

¿A quién le habla el personaje?

Se está hablando a sí mismo. Se va contando a sí mismo.

En tu escritura hay poesía. ¿Cuesta encontrar la forma de la frase?

Es difícil. No sé hasta qué punto lo consigo. Yo intento un buen ritmo, un sonido, un fraseo. Para mí es la clave. A veces creo que busco temas para que me permitan hacer eso. Intento buscar historias que me permitan estructuras como las de un músico de jazz. Busco un tema, melodía, digresión. Es un armado estilístico. Esto es lo que me apasiona, no tanto el mensaje, lo que uno quiere contar. Es la música. Esta es la razón por la que escribo.

¿Tenés una rutina?

Soy muy disciplinado. Es la única manera. Todos los días me levanto y si están mis dos hijos les doy el desayuno, charlamos, los acompaño al autobús y luego me siento, abro la computadora y leo la prensa. Primero los deportivos y luego la generalista. Y me pongo en contacto con el mundo y después a escribir, o a intentar escribir. O leo. Desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde que vuelven los chicos y llega la merienda.

Desde el primer libro hasta ahora, ¿qué te sale más fácil o mejor?

Nunca nada del todo. Pero tengo la sensación de que soy bastante hábil con los diálogos.

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